Si tuviera que elegir un sitio donde estoy más descolocada que la Esteban en una biblioteca ese sería, sin duda, el gimnasio.
Desde el mismo momento en el que cruzo su puerta ya siento sobre mí la mirada escrutadora de la recepcionista buenorra, con la coleta tan apretá como sus muslos, que teclea descuidadamente el teclado mientras le ríe las gracias masculinas al ser sudoroso e hiperbronceado que se apoya sobre el mostrador para contarle al oído sus peripecias nocturnas en la Garamond. Y voy escurriéndome hasta el baño, y de ahí a la sala, intentando que no se me note mucho, para que no se me acerque el musculado Guardián de los Seres Gimnásticos, me enseñe la placa y me diga: «Señora (me llamará señora, seguro, allí soy mucho más mayor que en el mundo real), usted no puede entrar aquí, sabemos que no viene más que a leer en la bicicleta estática».
Pero me gustan los riesgos, amigas y amigos lectores y transeúntes. Conozco mis límites, mi fondo de armario y mis michelines, pero aún así, y porque esto de estar en paro me tiene del revés, me encamino presta y resuelta, y también algo temerosa, por qué no decirlo, a mi primera clase de GAP, a saber, glúteos, abdominales y piernas. Inciso: Mi amiga, la gran Beltzane, que es, entre otras muchas cosas, también experta en esta materia, se sabe de Pe a Ja (ah, no, tonta, que es de pe a pa, jejeje, chiste malo, perdón) las nomenclaturas de todas las variaciones que, al estilo de una tabla de elementos químicos, adornan las paredes de cualquier gimnasio que se precie: fitness, aero-dance, aero-pump, body-attack, body-combat, cool training, GAP, LWB, ABD, etc, etc, que no voy a seguir porque pa qué, si no me entero de la misa la mitad… En el fondo, en mi ignorante y prejuiciosa opinión, todas estas abreviaturas y nombres tan chulísimos son derivaciones de ingeniosas técnicas de tortura usados en diferentes conflictos armados, véase Vietnam o Irak, y tienen como único objetivo hacerte padecer tanto como sea posible, tanto físicamente, gracias a aparatos monstruosos y movimientos infernales, como mentalmente, a base de repetir ritmos y musicotes machacones y penetrantes, cuyos efectos en el cerebro aún se están investigando sobre pequeñas ratas de ojos rojos y protuberantes en una pequeña universidad de Dakota del Sur.
Pues lo primera en la frente. Siendo GAP ya lo empezé mal: me perdí la P, usease, las piernas, porque una, que es muy de quedarse hablando por las esquinas, se rezagó unos minutejos con una amiga desmadejando las vicisitudes de nuestras criaturas, ese gran e infinito tema de conversación. Así que bien, llegué tarde.
Ya entré corriendo, como para disimular, y escapando de la mirada petrificadora de la recepcionista, me refugié en los baños, para encontrarme de frente, o de culo mejor dicho, a varias usuarias que conversaban sobre bragas reductoras, que precisamente en ese momento gozaban al no llevarlas, vamos, a su libre albedrío. No me comí la puerta de mi taquilla porque dios no lo quiso, pero a punto estuve. Así que, aún en shock no tanto por el golpe, sino por el exceso de carne que había tenido la ocasión de avistar, conseguí salir de allí para meterme a hurtadillas en la sala donde el profesor ya llevaba casi media hora de clase.
Nada más entrar me percaté de que aún llevaba las gafas de sol puestas y de que, tal vez por eso, no veía las alfombrillas esas para tirarte en el suelo y de que me estaban mirando todos mientras levantaban el culo rítmicamente. ¡Ah, me dije, estamos en la A, de abdominales! Estupendo!
Tras encontrar una de esas cosas azules (no quise pensar cuánta gente se habría echado ahí, a sudar, como yo), la puse de mala manera en el suelo, coloqué sobre ella con esmero mi toallita del último hotel por el que habíamos pasado, así como mi botella de agua, mi móvil, la llave de la taquilla yyy un paquete de cleenex, porque se me escapa el moquillo cantidad, y me dispuse presta a ejercitar mi cuerpo serrano.
Y ahí empecé a sudar. Y el monitor no hacía más que moverse en el estrado ese desde el que nos vigila como a presas, y nosotros de aquí para allá con nuestras toallas, nuestras alfombrillas azules y nuestros cuerpos castigados. Y en una de esas en las que te ves en el espejo y crees morirte del susto, me percaté de que era la única que sudaba, y además, ostentosamente. Pero, ¿qué pasa con la gente? ¿No sois humanos o qué? les grité yo mentalmente, porque no tenía fuerzas para hacerlo de otra forma… A lo mejor, pensé yo, es la ropa esa ultramoderna la que los convierte en superseres. Porque claro, como neófita en el mundo deportivo, y a pesar de haberme apuntado varias veces en mi vida (como cuatro ya…) nunca he sido capaz de tener el equipamiento adecuado para tal fin, a saber: mallas prietas de varios colores y largos, varios tops superpuestos y estilosos, zapatillas ultramodernas y reductoras, combinando con la cinta del pelo y la toalla absorbente.
No, en mi caso, pille del armario lo primero que encontré, así que mis pantalones (los del chándal de toda la vida) colgaban al levantar las piernas dejando asomar algún pelillo que escapó a la última pasada de la epilady, mis calcetines negros de Hello Kitty resaltaban demasiado bajo mis deportivas blancas que compré allá hacia los 15 años, y la camiseta (una del Zara dos tallas más grandes) subía y bajaba según mis flexiones dejando también asomar mi sujetador de lactancia (es que es el más cómodo que tengo, no me miren así) al tipo de delante, quien, oportunamente, se dio la vuelta y prefirió mirar a la pared. Normal, también te lo digo.
Eso unido a que no pensé que me hiciera falta horquilla alguna, y el pelo, ya relamido por el sudor, se me venía a la cara con salvaje vitalidad, me hace pensar, días después de aquello, que en vez de aplaudir al profesor cuando acabamos la clase, es altamente probable que mis estilosos compañeros me aplaudiesen a mí al verme huyendo, arrastrando mi dolorido trasero, y abandonando la estancia para no volver….
Pero… ¡volveré, malditos, me dejé la toalla del hotel!
Mari, que no. Que no aprendemos, digo. Con lo del gimnasio debe pasar como con los dolores de parto que, según dicen, nosequehormona hace desaparecer de la memoria el bonito momento en el que miras al padre de la criatura y le deseas una buena piedra en el riñón, y dos días para expulsarla por el conducto de rigor. A ver si luego le quedan ganas de soplar o prefiere hiperventilar, como nosotras en plena clase de abdominales.
Vamos, que mi experiencia en los gimnasios es clavadita a la tuya, y por eso este año he cambiado al Padel, eso si, con dos amigas, para que la vergüenza sea compartida. Que los momentos caratomate son mejores en compañía.
Besos accidentales.
jajaja, te has pasado al pádel??? hala, cuando se entere mi santo ya verás, él que lleva años dándome la matraca con eso, jejejeje
no se lo digas!!!!! jjjj
Un beso nada accidental y muy premeditado
Tarde, ya me he enterado…
jajajajajaja, lo que me he podido reir Mari, en uno de estos ataques de risa se desencadena la producción de oxitocina de mi cuerpo y me pongo de parto (lo cual no me parece mala idea, mira tú por dónde! 😉 )
Muy interesante y divertido tus aventuras gimnásticas, aunque sólo sea por deleitarnos a los demás con ellas, voto por que sigas experimentándolas y dándonos buena cuenta de ellas. Y tú prueba todas las clases de «body-jarl» que ofrezca el gym, que son tope entretenidas.
Ah, y gracias por la mención, gran honor! 😀
Tíaaaaaaaaa, que buena idea, ponerte de parto por un ataque de risa, anda que no tendrías ya anécdota para tu hija eh???? jejejejejeje
Pues me alegro mucho de que te haya gustado, no sé si habrá más aventuras, pero tranqui que lo intentaré al menos,
Un besazo!!!
Uffffffff, q perezón. Yo tb lo he intentado varias veces y siempre he desistido. En lo único q duré un poco más (unos 6 meses, oyesss!) fue en Pilates. Si no lo has probado, te lo recomiendo. Sudas, te cansas y te pones roja igual pero yo no tengo la sensación d estar perdida en el hiperespacio como en aeróbic. En mi semana 35 d embarazo no sé cuándo volveré a tener tiempo para volver a Pilates, pero si vuelvo a hacer algo, será eso, seguro. Lo demás no está hecho pa mí, sin más.
Sí, el pilates lo pobré, y me gustó mucho, pero claro, tiene que coincidir que me cuadren los horarios… Salvo que tengas a quién dejarle a la criatura, olvídate del pilates por una buena temporada, aunque algún día volverás, ya verás. Ánimo que ya no te queda nada!!!!!!!
Comotentiendo. En mi primera (y últimaaaa) clase de spinning sufrí un desvanecimiento provocado por el desuso de mis extremidades, y de todo mi tronco así en general, y me fui al suelo en plan gag de peli de Brigdet Jones. Que no me sentía las piernas, mari. Asustada me fui a casa a morir y no salí del sofá en tres días. Aprendí, tarde y con dolor, cual es mi hábitat natural. No hay más que hablar al respecto.
jejejejeje, yo también he tenido una única clase de spinning!!!!!! a ver si fuimos a la misma, mari, y no nos enteramos, jajajaja… uffff, esa clase también fue digna de un post para ella solita, madreeeeeeeeee, aún tengo pesadillas, jajajajaja…. nos vemos en los bares, jjjjjj.
Yo directamente ni lo intento. Creo que no conseguiría pasar de la recepcionista (que la ponen ahí para disuadir y no tener las clases a reventar, digo yo…). Qué vergüenza y qué de todo. Y es que yo soy muy de las mollas pa mí, en casa. Ah, y yo también he pensado lo del sudor. Yo no sudo, me deshidrato por cada uno de mis poros. A chorro, de una manera poco digna. ¿Cómo lo harán para permanecer impolutas no después de una clase (que eso es seguro uno de los milagros de fátima), sino ¡¡¡después de dos minutos!!!? Jamía, lo que me he reído
Muchas gracias Walewska, ya no es solo el sudor, es la impresión general, desmadejada, con los pelos en la cara, más roja que un tomate, encorvada por el dolor muscular y con pitos pulmonares por la falta de aliento. Es que así no deberían dejarme ni salir de casa!!! jjjj
Un abrazo, y habrá que intentarlo de vez en cuando, al menos para tener anécdotas con las que reírnos, jjjj
Bueníiiiiiisimo,trabajo en UCI.Esta tarde leyéndolo con mis compañeras creimos que nos daba algo.Los pacientes debían pensar que estábamos de atar y a una de ellas se lo .dimos a leer…¡TOTALMENTE IDENTIFICADAS !.Buenísimo,de verdad,sigue aportando alegría que falta nos hace.
Halaaaa, pues me alegro muchísimo de que haya llevado algo de buen ambiente a la UCI, que no debe estar el horno pa’bollos por ahí, no???
Un abrazo muy fuerte para ti y tus compañeras y ánimo, que siempre es mucho mejor tener una sonrisa en la cara, y más currando allí, verdad? 🙂
Totalmente,no sabes la necesidad de alegría que hay en mi lugar de trabajo y en todos y más con la que está cayendo.Besazoooooooooooos
Me parto, nena!
Pero, una cosa, si estás estupenda! Para qué quieres gimnasio?
Jajajajaja, muchas gracias maja, se agradece el cumplido, pero es me que coloco las lorzas muy bien para que no se localicen desde el exterior.
Pero soy una floja de impresión, jjjjj, no valgo paná!!!
jajajajajaja….. Totalmente identificada!!! Yo ahora porque no puedo por el embarazo, pero antes iba todas las semanas (lo típico de empezar diciendo que vas a ir 3 días por semana y acabas yendo uno y dando gracias) y en unos mesecitos volveré a enfundarme el chandal de hace 10 años y las zapatillas de hace 20…
Y sobre el sudor…. no puedo estar más de acuerdo! jajajajaa… la gente no suda!!???? yo creo que yo es entrar en el vestuario y ya empiezo!!!
Un saludo!!!
Muchas gracias por comentar! Y por la sinceridad, debe ser que no hemos coincidido en el gim porque en el mío no suda nadie, viene el contrato,jajajajajajaja
Y enhorabuena por el embarazo! Sí, sí, volverás, pero no te preocupes que la paliza ya la vas a llevar incorporada, jjejejeje, un bebé cansa tanto o más que una sesión de spinning! 🙂
ay patines que somos clavaítas !!! el gimnasio tampoco es para mi, ni el spinning, que también lo problé un día, ynomás!!! por cierto, reconfórtate, mis zapatillas son las mismas que cuando calzaba 20 años y mi armario rebosa de las camisetas de nuestro querido Amancio…
Nota para Madre: ¿y donde vamos a estar mejor que en el sofá, o la cama, o cualquier sitio en el que una se pueda repanzungar bien a gusto y el único miembro de nuestro cuerpo serrano que exiga movimiento sean las pestañas, ¿eh?
Buen finde maris!
jajajajaja, si es que lo bueno abunda! jajajajaja
Pues nada, cuando tengas a bien deleitarnos con tu visitas tendremos que jartarnos de reír comentando lo penita que damos con mallas y cinta en el pelo!!
UN beso y buen finde gabacha!!!
Jajajajajajajaja, he visto la foto y no he podido evitar sentirme identificada… ¡madre mía! cuantas veces habré intentado ir a un gimnasio… ¡y cuantas veces lo habré abandonado tras la primera clase de aerobic! 😛
Te animo a pasarte por mi blog ¡Sorteamos varios pares de zapatos infantiles!
zapatosmarca.net
Muchas gracias por el comentario, me pasaré por el blog of course!
El gimnasio es un centro de colocación de furias internas; vas allí, las dejas salir y luego vuelves a casa. Hay quien lucha contra sus lorzas, quien va a ligar porque no sabe hablar, quien va a creerse superior porque no le cae ni gota de sudor y está impoluta mostrando su supercuerpo y hay quien intenta demostrar que «esta vez´sí lo voy a conseguir».
Me ha encantado leer tu post, que esperaba tras tu adelanto y, sinceramente, creo que lo mejor es ir al gym con el maromo, compartiendo las salas, y dejándose de chorradas básicas; aquí en el norte no tenemos tantas abreviaturas para las zonas de tortura; hay dos y vas que te matas morena.
Yo, que tengo cuerpo de odalisca y sólo para caprichosos, me he tomado unas galletitas de canela a tu salud.
Gracias patinadora, me encanta cómo te mueves por la pista.
Jajajaajaja, amiga coherente, lo de ir con el maromo se nos hace harto complicado, pero a lo mejor algún día, con la criatura ya criada, nos vamos como dos locuelos al Decathlon, nos compramos los conjuntos deportivos a juego y nos apuntamos a la misma clase y nos lanzamos miradas de lujuria mientras levantamos la pelvis acompasadamente…
ay… que pensamientos, por dios, ¿has visto lo que has hecho, amiga?
Yo a tu salud, y al de tu cuerpo de odalisca de las tierras del norte, me apunto a las galletas de canela, y de lo que sean.
Un abrazo!
Jajaja esos calcetines de Hello Kitty, jajja como te entiendo….
Jejejejejeje, y cómo desentonan, madre mía!!!!
Ohhh nooo. A buscar la toalla con el logo del hotel no vayas. 🙂
Jajaja, no?? Es que creo que era la de mi santo, y me sabe mal, jejejejeje
Ay, que no puedo parar de reírme, excelente post, guapa!!! Pues a encontrar el lado bueno que , al igual que el sol, aunque no lo veamos siempre está y en este caso, te ha dado letra para un post que bien podría ser nota de temporada en la próxima edición de El País dominical. Y por todo lo que puedo leer de aquí para arriba ya ves que no estás sola en el intento, has tocado un tema «sensible».
Lo de GAP me trajo a la memoria la experiencia de una amiga poco avezada en materia deportiva que interpretó que la P era de «pecho» y no de «piernas» y allí está la pobre Juani decepcionada más que ninguna por lo que no puede perder, en fin.
Por mi parte, la «monstruopausia» me está haciendo entrarle al acquagym y, la verdad es que lo vale aunque sea nada más que por las risas que una se echa. Lo recomiendo.
Muchas gracias, Blanca! Me alegro un montón de que os haya gustado, aunque es un poco patético, la verdad, jajajaja, pero lo importante es echarse unas risas, ¿verdad? pues eso 🙂
Lo del aquagym tiene una pinta estupenda. Lo que siempre me echa para atrás de la piscina es la de tiempo que tienes que echarle: primero que tengas una piscina no muy lejos, luego a cambiarte (lo que implica estar siempre lista y rasurada, ejem ejem, jjj) y después del rato nadando otro rato ahí para cambiarte, secarte el pelo (que si no me lo seco como dios manda parece que me escapado del psiquiátrico más cercano) y demás… Vamos, que solo de pensarlo me canso. Pero vamos, que conste que a mí el ejercicio me parece muy sano, y la natación mucho más, jjjjj. Ya nos contarás cómo te va!
Un abrazo!