Con H de echar de menos

Qué extraña es la vida. Qué sencilla y qué oscura a la vez. Qué de momentos brillantes y cómo, sin apenas parpadear, esa luz se apaga, dejándote perdida y confusa.

Qué extrañas somos las personas. Qué sencillos e intrincados somos todos a la vez. Qué de momentos sublimes y dulces a los que siguen arcadas de amargura y tristeza.

Qué difícil es asimilar que la gente buena se marche. Qué áspero el momento en el que sientes su ausencia. Qué poco nos detenemos a valorar el tiempo que hemos pasado juntos.

Qué a tiempo estamos si me estás leyendo de parar unos segundos para agradecer. Para agradecernos. Para sonreírnos.

Para celebrarnos.

Para bailarnos.

Qué imposible de admitir que la gente buena se marche.

Qué agujero se te queda dentro. Qué domingo por la tarde, qué mañana sin café, qué canción sin voz para cantarla.

Qué fortuna habernos cruzado en todas las líneas del multiverso con seres increíbles. Personas que trascenderán a su propia existencia porque han marcado, y lo seguirán haciendo, las vivencias de otras criaturas. Incluso más allá de su tiempo. Incluso sin saber realmente lo increíbles que eran.

Gracias, Miguel, Hematocrítico, por haberte cruzado en nuestras vidas, en mi timeline y entre mis libros, en mis recuerdos y en mi vida, para siempre. Porque ya te echamos de menos y todo lo que dejas es bueno. Qué fortuna habernos cruzado.

Gracias por todo, Hemato.

Gracias por hacerme reír y querer seguir viendo el lado amable de este baile.

Te echamos ya tanto de menos.

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