De pelillos y contorsionismos

Hoy me he medido los brazos. Os lo juro por mi minipimer que me han crecido en el último mes. Y no extraña, porque con el «peazo» de balón medicinal que tengo como barriga, despegarse de mi cuerpo y salir al mundo exterior para cualquier labor manual, les requiere a mis brazos una elongación cada día mayor. Y no exagero. Mucho.

Y a pesar de encontrarme medio mermada en mis facultades, tanto físicas como mentales (creo que incluso más las segundas que las primeras), esta mañana me he sorprendido a mí misma haciendo algo tan absurdo como surrealista: ¡depilarme las piernas! (o lo que sea que tengo por debajo del barrigón que me impide ver más allá) y gracias a lo que aún puedo desplazarme medianamente bien por el mundo.

Sí, esto os lo digo a panza descubierta, desde la valentía que aporta el esconderse tras una pantalla, porque reconocer abiertamente que, aún no viéndome los pies desde hace tiempo y atacada por una contumaz ciática que me hace sentir hasta simpatía por el ínclito señor Fraga y su bamboleo irregular, me preocupo por llegar al hospital como a la recepción del embajador, osea, «limpia y rasurada», me parece la frivolidad más grande del universo universal y si me pedís que lo repita en público lo negaré también sobre la tumba del ínclito señor Fraga, a quién tan presente tengo estos días y lo achacaré a una especie de síndrome «pariendo pero estupenda» que me ha atacado durante estos días.

Pero fíjate tú, mari, que sí, que tengo yo el cuerpo para pocas sevillanas y ahí que, como cualquier cosa, me enfarrago con la cera tibia esa, más peligrosa que los instrumentos de tortura medievales, cuando los astros me estaban indicando con todas las señales posibles que «Ande vas, alma de cántaro, ¡¡que lo de menos ahora son tus pelos!!»

Y alguien podría decirme, con buen criterio, mejor que el mío, seguro, que si tanta preocupación tengo con mis pelillos resilientes y que sean de dominio público en las múltiples visitas que preveo en el hospital, que me deje caer así como quien no quiere la cosa por un sitio de esos donde una sonriente jovencita de nombre Jasmine de cejas pintadas a lápiz khol, muy amable y de enormes pendientes de oro chapado, se abalanza diligente sobre mis muslos, arma cargada y toda pegoteada de cera en una mano y papelitos arranca-vellos en la otra para liberarme a mí y a mi cuerpo contracturado de semejante tarea en tan solo diez minutos mientras yo me debato, durante interminables y sudorosas sesiones de contorsionismo, entre la vida y la muerte intentando llegar a partes de mi cuerpo totalmente inaccesibles a mis ya aún así prologandas extremidades…

Pues sí. Es una teoría interesante. Pero una servidora es una chica de pueblo (casi), hecha y depilada a mí misma en lo bueno y malo, una trendy woman a lo cutre, una chica self-made de los métodos depilatorios a la que nunca le ha entrado en la cabeza lo de dejarme hacer por una profesional que me cuente la historia de sus cuatro hijos y tres maridos colombianos, pudiendo abrasarme yo cualquier parte del cuerpo con la cera ardiendo, provocarme algún torsión muscular, lesiones oculares al saltarme a los ojos el producto del diablo ardiendo al saltar del microondas, o que se me enrollase la epilady en los hilillos de algún calcetín provocando catástrofes de dimensiones apocalípticas en mis utensilios, vestuarios y dignidad, por qué no decirlo.

Total, que  no quiera la criatura que hoy mismo tuviera que irme con mi maletita al paritorio, porque a resultas de mis dos intentonas de depilación de los últimos días no voy ni bien depilada ni totalmente peluda, sino un mix alternativo que comprende haber eliminado el vello en aquellas zonas donde ha querido y podido llegar mi mano, que tampoco podría decirles cuales son, francamente, porque sencillamente, lo ignoro.

Lo cual me lleva a constatar que la ignorancia es una bendición, como en muchos otros casos.

Y desde aquí, además, lanzo una pregunta a los fabricantes de ceras y productos depilatorios del mundo: señores fabricantes, porque seguro que son señores y de más de cincuenta años, como si lo viera: ¡¡¿quién, en su sano juicio, decide que diez banditas de esas depilatorias son suficientes para dejar listas y preparadas unas piernas de una mujer medio normal a partir de una talla 38?!! (lo de la talla 38 en mi situación actual es una ironía, por si hace falta aclaración).

Y como última reflexión, me pregunto si en vez de la anglosajonada esa del baby-shower, o de la fiesta del sexo del bebé, para las cuales no tengo ni estómago ni energía suficientes, no estaría muchísisisisisimo mejor pedir un bono de acicalamiento intensivo y extremo para causas perdidas como la mía, abandonadita al chándal, a la coleta desaliñada y a las franjas de pelos en zonas del cuerpo donde mi vista no alcanza a divisar. Vamos, directita a Lourdes me tenía que ir…

24 comentarios en “De pelillos y contorsionismos

  1. Tú lo que eres (con todos mis respetos) es masosquista. Comparto contigo aquello de ir bien depilada al hospital pero ni loca me lo habría hecho yo misma. En mi último embarazo no, porque ya había entrado en mi vida el láser (qué gran invento, por Dios) y no fue necesario depilarse, pero en los 3 anteriores, el tema de los pelos lo subcontraté. No hay dinero (ni tiempo) mejor invertido (después del láser).

    Por cierto, ¿con los pelos que te quedan que vas a hacer?. 😉

    1. El láser, la amiga Alejandrita de hecho, entró en mi vida, y ahí todo cambió, tienes toda la razón. God save the laser!!!!!!
      Jajajaja, los que quedan son la resistencia, como en V… ya veremos qué estrategia uso contra ellos!!!
      🙂

  2. Larga vida al láser, amiga, ya sea Alejandrita, Angelines o Pilina. Lo mismo da.
    Nadie debería pasar por el tormento de la depilación manual y cuando digo nadie, incluyo embarazadas estratosféricas de andar desconcertante. Admiro tu decisión de llegar al parto impoluta, de verdad. Yo también soy del mismo credo. Pero antes de descoyuntarte, pídele a tu santo que te pase la epilady, mujer, si con el primer embarazo el glamour y el misterio conyugal se van lejos, lejos…

    1. Jejejejeje, yo le tengo puesto un altar a Santa Alejandrita, amiga, no te digo más… La que le tienes unas ganas tremendas a la epilady es la criatura, que cualquier día de estos se la pasa a la alfombra del salón, como si lo viera…. 🙂

  3. Ay yo se de una que anduvo igual, pero al final sucumb´´i ante una jashime-jenifer-vanesa, era eso o ir cual camiseta atletica ( a rayas), de camino aproveché para hacerme la pedicura, ya sabes antes muerta que sencilla, y todo esto para llegar gritando vestida con un chadal roidisimo, una coleta mal plantá pero eso si unas uñas y una cera impecable, vaya que mi Monillo al salir se sintiera ofendido, ya sabes lo primero que visionaba eras mis piernas y mis pies, y me puse un color verde chillón para que le incitara una sáida rápida por descubrir el más allà 😉

    1. Jajajajaja, muy bien que hiciste, amiga!! Aún estoy a tiempo, pero francamente ya que me he esforzado tanto en mí misma me da pena desperdiciar mi talento contorsionista, jejejeje
      un abrazo!

  4. Jajajajajajajajaja. Pobrecitaaaaaaa! Ains, q recuerdos de hace 6 meses. El láser también entró en mi vida antes del embarazo pero no dio tiempo a dejar aquello «niquelao» así que yo pedí ayuda al culpable, digo responsable, de aquella situación embaracil… Pero sola? Ni me lo habría planteado.

    Una vez más, plas, plas, plas por usted, toda una campeona.

    1. jejejeje, algún día el láser será el dueño de mis piernas y se acabará este mundo depilatorio, pero mientras solo haya pasado por algunas partes, tendremos que sacrificarnos por el bien del universo, jajajajajaja
      Gracias guapa!

  5. jajajaja que valiente eres niña…porque tratar de llegar «ahí» embarazada de casi 9 meses y tú solita tiene mérito y una buena dosis de inconsciencia jejeje pero que te voy a decir yo que días antes de parir hice lo mismo, pero me puse en manos expertas, me tumbé cual ballena varada en la camilla y me dejé hacer, supongo que m dejó bien porque verse lo que se dice «verse», una no se ve ;o)
    Por cierto, siendo rubia poco tendrás para depilar, alguna ventaja teníamos que tener 😉

    1. Sobre todo inconsciencia rubia, es lo que me domina estos días, porque anda que no voy espesa por el mundo, diooooossss…. Y no, no es que sea una chewaka espectacular, pero ya sabes, el instinto este perfeccionista que nos da en momentos surrealistas como estos!!!
      🙂

  6. Que sepas, que no sólo la preñez causa estragos entre los vellos corporales, causa muy común es la pereza y la poca necesidad de enseñar las piernas con el tiempo tan raruno que hacía. Una Servidora tiene que reconocer que para ella también ha llegado el momento, que el Sensei no sabe si en la cama está una Servidora o con un jugador de futbol “queperezamariiii”. Voy a ahorrar para hacerme la láser y olvidarme de estas cosas para siempre jamás.

  7. Pues yo sí que me fui a depilar requeteembarazadísima de dos, me depiló una niña en prácticas que no sabía en donde terminar, por no poder delimitar el pubis del barrigón, la sesión estética fue un completo bucle entre la pregunta ¿hasta aquí…? y la respuesta «hasta donde veas pelo» con humor hormonal como para temerme, las cosas como son.

    Esa es la razón por la que el láser llegó a mi vida. Nunca mais dolor.

    1. jajajajaja, de dos???? Madre mía, ahí sí que no te veías ni los pies ni el mundo a tu alrededor casi, no? jjjjjj… Sí, definitivamente el láser está cambiando el mundo, lo constato, jajajaja

  8. MI queridísima Accidental:

    Supongo que antes de haber atacado al «pelamen» me habrá recogido Vd. el bajo a la cortina, porque entiendo su búsqueda de la perfección paritoria y la comparto. Yo recuerdo cierta vez que le pedí a mi santo que me ayudase con las bandas y ponía una cara de dolor y se pringaba tanto, que decidí acudir al centro estético para ejecutarlo, a pesar de que soy una señora y no muy partidaria de enseñar mis vergüenzas por doquier.

    De todos modos, nunca supe qué es peor, si ir con pelusilla al paritorio, o no recordar durante 3 meses de lactancia «a demanda» si tengo pelos, necesito tinte, crema hidratante o serum nocturno.

    Yo me inclino ante Vd. por su constancia. Suya por siempre jamás,

    1. Amiga Coherente:
      Sí, sí, el bajo está recogido, jajajaja, la maletilla preparada y el congelador lleno de sopas y purés… Ufff, sí, los meses venideros van a ser más duros aún para mi apariencia física que los anteriores, me temo, menos mal que todo pasa y luego volvemos a convertirnos en las odaliscas hermosas y prietas, con más ojeras y alguna que otra carne descolgada, pero más trucos para saber esconderlos, jejejeje
      Un abrazo para el norte, amiga!!!!! A sus pies y los de su familia 🙂

  9. Qué bien escribes, jodía… no tengo palabras.

    Oye, ya nos contarás dónde nos quieres recibir cuando seáis cuatro, porque no te vas a librar de nosotros, que lo sepassss. La cosa es que siempre llevamos jamón, pero como tú no te tuviste que privar estamos muy despistados…

    1. Jejejeje, yo soy una privilegiada que salvo los GTs y la cerveza he podido degustar de casi todo sin problema ni mesura, jejeje, ya organizaremos un encuentro de recién llegados, claro que sí, estas cosas hay que celebrarlas!

  10. Ánimo que en breve tu campo de visión sobre tu cuerpo será total, y dado que durante el parto se van a fijar más en otras partes que en esos pelillos sueltos de las piernas..pue tú, ni caso, a parir toda digna!!!, un besote y venga esa energía que no te queda nada…

    1. Muchas gracias, guapa, si ya digo yo que tanta preocupación estética es un poco absurda, pero es lo que tiene la mente femenina, o al menos la mía, no voy a generalizar, y como no tengo cosas de las que preocuparme, pues me busco una nueva preocupación, ya ves…
      un besazo amore!!

  11. Si es que el nacer mujer es un sufrimiento continuo… y luego los santos se quejan porque los niños son más de las mamás… vamos, alguna ventaja teníamos que tener, no te fastidia!!
    Yo todavía no he probado el láser pero le tengo unas ganas… en cuanto tenga algún ingreso personal (lo que viene siendo trabajo) le meto mano, ¡he dicho!

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