Pase usted a mi oficina, por favor

Hace unos días hablaba con una simpática muchacha de una empresa de marketing, que me quería vender no sé qué plan de publicidad, sobre dónde estaba mi oficina y, aunque me planteé seriamente inventarme dármelas de guay y decir una dirección muy glamurosa, me vi a mí misma inventándome algo así, me dio la risa tonta y directamente le contesté: En mi cocina, maja.

Pierde mucho, lo sé. Pero es lo que hay. Los de Apple empezaron en un garaje, ¿no? Bueno, yo tengo algún trasto menos (con todo el respeto a las mierdas que guardamos en los garajes) en mi cocina/despacho, así que seguro que salgo ganando en el cambio. Además, mientras respondo emails controlo que no se me pasen las lentejas y le echo un ojo a la colada. Eh, que todo tiene su gracia. Además, como mi cocina es de… ummmm, sí, practicamente 1×1, mientras tecleo me sirvo un café, quito la tostadora y bajo el fuego de las lentejas. Vamos, un lujo que ya quisiera para sí cualquier CEO que se precie, de esos con secretaria y un despacho de 8×8 que siempre está vacío y que no saben aprovechar como hago yo con el mío.

Siempre que digo que curro en casa me encuentro con dos reacciones muy interesantes:

1ª La primera: «¡Ohhhhhhhhhhhhhhhhh, que envidia!» Que me suele sonar bastante sincero, y me da hasta penilla porque suele venir de amigas puteadas en su ofi a quienes marginan tras el potos polvoriento, a las que cambian la silla (con lo que molesta eso, ¿eh?) cuando llega algún nuevo más molón que ellas y que, literalmente, están viéndolas venir con esto de los reajustes empresariales. Como para ellas, currar 1/ y desde casa 2/ son palabras mágicas, tampoco me entretengo en contarles las pegas que tiene, que las tiene, porque oye, bastante tienen con lo suyo y no soy quién para quitarles la ilusión.

Porque tiene cosas muy buenas (y me dejo muchas, ojo):

– No molestas a nadie cuando pones a Adele o a la Streisand a todo volumen, salvo si es verano, y tienes las ventanas abiertas, ya que puede que alguna vecina me mande a sus ocho churumbeles, a cual más majo, para que me quemen el chiringuito y/o el coche, así que en ese caso es mejor  bajar el volumen.

– Puedes compatibilizar el trabajo con tus cosas como ir a pegarte con el cajero del banco o a confraternizar con pensionistas y parados en el médico y todo eso sin tener que lamer los zapatos de nadie para que te de permiso, ni rogar justificantes ni dar explicaciones al llegar sobre lo mucho que tardan en la SS para mirarte el ojete cuando tienes almorranas…

– Una muy práctica: te puedes mandar los paquetes a casa y no tendrás que rendir cuentas sobre lo mucho que gastas en Parafarmacia japonesa o en la bibliografía descatalogada de Terín Collado. Currar en casa pierde mucho en frikismo, que lo sepan.

– Estás en casa cuando vienes los del gas, los del agua, los de la luz, los de Yacom, los de Orange, los de Ono, los de Telefónica, los del Endesa que se han equivocado y que iban al piso de arriba pero ya te la intentan colar, el chino que en el reparto siempre viene a mi casa en vez de adónde quiera que vaya, y sobre todo, el señor cartero y esas cartas certificadas que tienes que ir a buscar a la oficina si no estás en casa y que suelen ser o multas, o una paralela de Hacienda o algún paquete que te ha llegado cuando estabas en la ducha. Estás a todo y para todos, lo cual no quiere decir que si un día usas la mirilla para lo que sirve y descubres unas gafas, traje y corbata y cara de comercial que echa para atrás, no hagas un mutis por el foro como dios manda o que te hagas pasar por la chacha de la casa, truco muy usado en otros barrios de postín pero que en el mío queda, como decirlo… raro…

– Una muy buena: puedes ver a la amiga Ana Rosa y cagarte en sus muertos, y con fundamento, además. Que es muy fácil criticar de oídas, amigos, ¡pero lo bueno es hacerlo con criterio y experiencia! Y a veces, si mi mala hostia supera la altura de la caldera, estanca por cierto, me viene de lo lindo ponerlos de fondo e insultarlos bajito, o en alto si me sale…

– Una muy sana. No coger el metro casi nunca. Que si bien tiene como contrapartida que leo menos que los antes mencionados contertulios de la ínclita AR, en todo lo demás es como la panacea. Sobre todo en el intercambio de efluvios corporales, virus, toses, sudores y tocamientos varios a los que años y años de viajes continuados me tienen ya más que acostumbrada/asqueada. Y mucho más estando esférica, como me llama mi amiga la alemana, porque aunque parezca mentira, cuando tu ombligo ha pasado el umbral de las puertas automáticas del vagón, todos los ojos de los que están sentados se clavan o en el suelo, o en el libro, o en el móvil, o directamente, se cierran y a dormir. ¡Y tan panchos, oye! Y que siempre está el ancianito moribundo que a sus cien añazos se levanta para dejarte el sitio, cuando a su lado un mostrenco de veintitantos se saca los mocos y se los pega en su libro de la ESO (es repetidor, que se le nota) que le estampaba yo el libro contra la cabeza y me quedaba de un liberado… Así que siempre me pongo de mala leche y como no puedo insultar a los de AR, pues me tengo que aguantar las ganas de soltarles improperios a todos y eso es muy malo, sépanlo ustedes…

2ª La segunda reacción: «Buenooooo, pero eso está bien durante un tiempo…» Ahí le has dado, mari, que eso está bien durante un tiempo pero que tiene cosas malas. Que ahora las mencionaré, que sí. Pero que cuando me vienen con éstas, siempre me digo: «A ver, ya tenemos aquí al de las pegas…» Porque si me ves contenta y tan tranquila currando en mi cocinita, pues déjame que ya me daré cuenta yo de que esto no es perfecto, ¿no? Ay, que manía con quitarle la venda a la gente, madre…

Las malas, o menos buenas, consecuencias de trabajar en casa:

– En mi caso que no tengo sitio ¡paná! Mi mansión da de sí lo que da, y está demostrando ser más versátil y polifacética que la mismísima Anita Obregón. Sí, porque lo mismo te trabajo en la cocina que te hago unas torrijas en la misma mesa. Y eso, amigos, tiene mérito. Y sin ser sueca ni haber recibido premios a la multiproyección ni al diseño más compatible con la vida moderna de una madre-curranta. Pero echo de menos mi espacio… Que no pido mucho… Una mesa despachito con mis cosicas a salvo de la criatura (que como aquí no hay señora de la limpieza que me tire las botellas de agua, a cambio tengo niña que me pinta la agenda o me chupa los rotuladores), una silla giratoria anatómica-forense, unos armarios para mis papelotes, un cubilete para mis lápices… Nada de eso tengo, ay, y parece una tontería, pero lo echo de menos… snif, snif…

– Una bastante mala. No ves a gente. Ya no hay cañas después del curro. Ni se celebran los cumpleaños. Ni te viene nadie a pedir pasta para el regalo de despedida de no sé quién de administración que se ha prejubilado. No socializas más que con los Testigos de Jehová cuando vienen a convencerte de que el mundo se va a la mierda a la vuelta de la esquina. Si casi les pongo un cafelito y todo cuando les veo (ya me gustaría, por mi barrio ni se acercan, los muy ladinos, ¿¿¿será que aquí el mundo ya se ha acabado???). El momento de ocio conversacional adulto del día se resume pues en  el intercambio de ansiedades colegiales con los otros padres de la guarde mientras las fieras corren por el parque y, a veces, si me veo en plena crisis creativa y necesito un punching ball para desahogarme, no me queda otra que acercarme al chino más cercano y contarle a la abuela centenaria mis penas, que como ni me mira, ni respira, creo, pues me da un poco de penica, la verdad, y no me da mucho consuelo.

Además, como no te relacionas más allá del pasillo de la pescadería, la casquería y el parque, tu vestuario pierde como diez puntos en estilismo y moda de temporada. Te pones lo que pillas, se acabaron los tacones, los retoques de maquillaje, los modelitos, y dando gracias que no salgo en bata, que ya os tengo avisados, que un día me harto y lo hago.

– Una muy mala. Estar en casa te hace no solo más necesaria sino más contingente para las tareas domésticas. Y ya puedes gritar en el desierto cuando llega tu santo (por muy mucho que el buen hombre contribuya) pero, amiga, la casa es tuya, tú estás aquí todo el día, y eso es asín. Que no te gusta y quieres poner remedio, aparta una parte de la paga del mes, si la tienes, y agénciate una ayudita a la semana. Si no…

– Y una pésima. Te «apaletas» que no veas. Ya no veo mundo. Como no me da la vida y no salgo más que por mi barrio, cuando salgo más allá del distrito, parece que he cruzado un continente y solo me falta la boina y la gallina bajo el brazo. ¡Una pena que me doy a mí misma! Con lo que yo he sido y para lo que he quedado!!!

Total, que como veis, y como ya sabíamos porque no he descubierto nada nuevo, esto de currar en casa y más concretamente en la cocina pues tiene sus ventajas, con las que he de quedarme para seguir viviendo a gusto, y porque no me queda otra, básicamente.

Y su reverso, pues claro. Que se te pegan las lentejas, que la silla se te pega al culo, que la criatura te pega los mocos a la pantalla… Pero amiguitos, es lo que hay, deducimos después de esta parrafada que os he echado, así que aquí seguiremos mientras la cocina no me haga un ERE. Y tan contenta.

54 comentarios en “Pase usted a mi oficina, por favor

  1. Ay amiga como te entiendo, en todo todo todo, estoy de acuerdo contigo, ¿sabes otra cosa que echo de menos? la hora del café, la tertulia del cuore, gran hermano, o lo que sea… he dejado de ver realities porque no tengo con quien comentarlos!!! jajaja (igual eso es sano oiga)
    Por otro lado, no echo nada nada de menos a la bruja de mi exjefa ni al bruto de su marido…ni al compañero pelota,ni los atascos….Incluso salgo más a la calle y tengo menos palidez facial (menos del extremo que tengo yo claro…)

    Un dia de éstos nos van las cosas genial y nos montamos un coworking madresférico 😉 Con cocina y AR por supuesto!

  2. Terín Collado, esa prolífica escritoria oriunda de Jogín (Ustarias) 😛

    Yo soy de los que te envidio, y mucho; quizás contribuye el hecho de no haber tenido que lucir ojete en la consulta médica hasta la fecha. En cuanto me ofrezcan el teletrabajo (si llega algún día), me lanzo a él como un tiburón!

  3. Y que no sea por ganas de cañas después del curro o cotilleo del bueno, que para eso siempre estamos a tu disposición, ya sea física o virtualmente!

  4. Ay amiga, como te entiendo, sólo que yo no tengo quien me pegue los mocos en la pantalla ni trabajo que realizar. Eso sí, las cañas se echan de menos, sí o sí, pero la bata la dejo en el armario, que nunca sabes con quien te vas a encontrar.
    Y lo más importante de todo: He leído torrijas? Cuando las de gustamos con un cafetito?

  5. Y tomarte un café como dios manda a cualquier hora? eso no tiene precio!
    A mi las cosas de casa y las del trabajo se me mezclan como los ingredientes de una ensalada… Cuanto más trabajo tengo más me dedico a la plancha y cuantos más platos sucios más interesante está twitter!!
    Otra cosa buena es que puedes hacer comidas de negocios con amigas

    1. 🙂 Enhorabuena!!! Cuántos vamos a ser en el mundo!!!
      El teletrabajo es una gran solución ante una situación tan crítica como ésta… Y el autoempleo también…
      Pero avisada está, que tiene sus cosillas… jejeje

      1. La nevera. Con la otra puedes usar la escusa de dejarte el dinero en el cajón de tu mesa, pero la nevera… hay no hay escusas

  6. Jajajja, de verdad, muy bueno.
    Yo soy la típica de oficina que envidia no estar por las mañanas en casa y de las que te diría: qué suerte trabajar en casa!!!, pero sé lo que es estar en casa también y darle conversación al del «seguro de los muertos» (jaja)…
    Aprovéchate de las ventajas, que las tiene 🙂
    Besotes!!

  7. Ole. Ole, y ole.
    Yo tengo medio despacho en la habitación del crio. El crio duerme con nosotros. Y al paso que vamos, seguirá haciendolo hasta que tenga los pelos huevudos o a mi me toque la primitiva.

  8. Oye… lo del bote de los lápices ya es quejarse por quejarse bonica… ¡coge una taza de la cocina y mete dentro unos plastidecor aunque sea! 😉
    Me ha gustado tu post… por lo menos incluye «pros» y no son todo «contras» en la línea de los anteriores. Parece que la llegada de la primavera es positiva en esa cocina con «office» 😀

  9. Pues a mí me sigues dando envidia… Aunque haya que confraternizar con los testigos de Jehová (que, por cierto, no sé yo tampoco dónde andan escondidos porque ya ni se les ve…)

    Un besote.

    1. Tú tampoco los ves? Pensaba que era solo en mi barrio marginal, que no se atreven a pasar… deben estar metidos en el búnquer, por si llega ya el fin del mundo…
      Un besote, y sí, es para dar envidia, a pesar de los «peros»
      🙂

  10. Ay amiga, como me ha encantado el concepto «oficocina», digno de explotación, si señor. El mio es igual pero sin mocos y con dos perritos del culito, a cada cual más bello.

    Hay semanas en las que me apantunflo tanto que aprovecho y compro más cosas para tener conversación con las cajeras del Consum sobre la vida, las nuevas lasañas congeladas y la ubicación de los bastoncillos para las orejas. Bendito curro casero.

    Besos!
    Natalia

  11. No me pude reír más anoche leyéndote… Tienes situaciones que me suenan tan cercanas… que me troncho!!!
    Yo he vivido épocas de currar en casa y ha acabado siendo un suplicio, entré en un estado de procastinación de aúpa. Que llamaba a mi chico para que fuese a por el pan de vuelta del curro… Porque yo en las 12 horas no había podido ir o no había tenido ganas de vestirme y salir. El chandal (que nunca ne gustó) era mi fondo de armario, mi prenda comodín. Y me hice fanática del gimnasio, me lo tome a la tremenda, como si me estuviese preparando para el maratón de Nueva York, por lo menos!!
    Estoy segura que ahora con la peque me lo tomaría de otra manera, más madura, disciplinada… ¿O no?
    Y te aseguro que a 15 días de volver al curro y todo lo que ello conlleva… Firmaría por quedarme en casa con mis cosicas de diseño, mi NSN, mi chandal y, eso sí, ahora el gimnasio lo dudo más que los panchos!!!
    Besos y me ha encantado tu post!!

    1. Muchas gracias!!
      Lo de entrar en un bucle procastinador también me suena, me pasó al principio de la época en casa, hasta que te organizas y empiezas a tener curro de verdad. Pero además la criatura te obliga a salir de casa, a vestirte a organizarte para poder sacar tiempo para ella, vamos que no me deja vaguear, jejeje…
      Ánimo con la vuelta al curro, es muy dura, y sí, en casa se está mucho mejor sobre todo cuando no tienes que dar explicaciones si la niña se pone mala y tienes que escaparte al pediatra o quedarte en casa con ella, cosa muy frecuente y que suele escocer pero mucho en las empresas.
      Un beso para ti también y gracias por comentar!!

  12. Pues yo soy de las que diría la primera frase, aunque ahora me pensaré la respuesta cuando lo escuche de nuevo….a mi me das algo de envidia, si, pero yo que llevo tres años y medio en casa y estoy hasta los huevos! y no trabajo en ella, bueno si pero no remunerado, osea, que soy ama de casa las 24 horas del día, solo eso..

    1. Jejeje, lo del trabajo en casa da para una biblioteca entera de posts, jejeje… Y no me extraña que estés hasta los huevos, yo lo pienso y me explota la cabeza, la verdad, jejejejejeje, aunque amiga, tú con tu blog y tus libros tienes una buena vía de escape, ¿no?
      Un beso y gracias por comentar!!

  13. Ánimo peque que todo tiene su lado positivo y otro no tanto, y en cuanto esto crezca te pondrás una mona oficina, con una plantita en la mesa, y fotos de tus retoños, un buen café…y lo mejor el jefe tú, así que cuando añores tu vieja oficina te quedas en casita, que para algo mandas…Y para el resto de los días te arreglas y disfrutas del coñazo de acudir al puesto de trabajo y aguantar a los compis…y luego a las cañas para suavizar el día, a esas me apunto, y te envío mi CV, que a este paso me echan de la mía, jejeje.

    Un besote

    1. Jejejeje, lo de la ofi no suena nada mal, y la plantita, ayyy… y lo de arreglarme, amiga, que eso hace muchísimo para la autoestima!!
      Ya sabes que siempre tendrás un sitio, al menos virtual por ahora, en mi oficina, así que vete preparando el CV como dios manda, jejeje

  14. Uy yo era más del programa de la 1 que es más para abueletes y dolencias varias, al final terminaba llenando mi cabeza de cosas súper útiles como que a las lentejas hay que echarles limón y nunca vinagre porque se pierde hierro ¿necesitaré resetearme?

    Para mi lo más complicado de trabajar en casa es la disciplina, por lo demás quién te impide tener un despacho de 8×8 ¡invade el salón amiga!

    Besos!

    1. Jejeje, el del señor del pelo blanco??? Tenía su gracia pero es que las llamadas de los abueletes sobre sus micciones y esas cosas me echan bastante para atrás, jejejeje
      Lo del salón no me va, ya se ha estudiado, pero la cocina tiene luz y aunque sea en mi minidespachito necesito un rayo de luz para no mustiarme, amiga…
      un besazo!!

  15. Mi querida Accidental:

    Después de la visita literaria a su oficina, decirle que ha conseguido Vd. ofrecer dos ambientes muy combinables y novedosos para la estrategia vital que está Vd, viviendo. Sus soluciones son de amplia versatilidad y paradigma de los tiempos que corren.

    Mi enhorabuena,

    1. jajajajaja, muchas gracias, hemos aplicado una filosofía «ikeística» a nuestras vidas. Un «do it yourself» en todos los sentidos. A ver cómo nos sale, aunque sea como sea, ésta siempre será una época dulce y muy rica, si no en espacio o infraestructuras, sí en experiencias y descubrimientos, jejejeje
      Un abrazo que va para el norte

  16. La Streisand a todo volumen…. ¿eso es al 2 no? ;P

    Creo que has sintetizado muy bien los pros y los contras del trabajo en casa. Y quizás si que sea conveniente una ligera ampliación del despacho, aunque al no tener sindicatos no creo que nadie vaya a protestar por las condiciones del puesto de trabajo, jejeje.

    1. Me he planteado apropiarme de mi patio (mi mansión tiene patio, ojito), pero solo pensar en hacer una sola obra más en mi humilde morada me pone de parto prematuro, así que nos quedamos adosados a la nevera, que por otro lado ha de estar cerrada para que yo pueda currar, por cosas del espacio y eso, así que todo arreglado, jejejeje
      La Streisand al 2 o me apedrean en cuanto salga por la puerta. La Niña Pastori al 9, eso sí, que soy muy respetuosa con mis vecinos.
      🙂

  17. jajajajajaja me ha encantado….
    Clarisimas me han quedao las ventajas y los inconvenientes. Sobre todas las cosas el ambiente laboral debe ser muy hogareño…como estar en familia…y eso ya no tiene precio.
    Gracias por las risas.

    1. jajaja, gracias a ti por pasarte!
      Lo del ambiente hogareño es asín, jejejeje, a veces pienso que en un email a algún cliente le voy a decir que se coma el pollo, pero bueno, si eso pasa, espero que se lo tomen con mucho sentido del humor, ejem ejem….
      Un abrazo!

  18. Ay! Cómo te entiendo… Yo trabajo desde casa, bueno, más bien colaboro, y es cierto que trabajar en bata y con los pelos tiesos tiene su aquél, pero yo quiero tener otros adultos con los que hablar y con los que salir a tomar café sin cortarle el donut ni limpiarle los mocos… Quiero huir de casa, pero la crisis no me lo permite. Vida perra.

    Por cierto, yo también tengo un blog que me hace las veces de psicólogo, pásate si te apetece
    http://hijanohaymasqueuna.blogspot.com.es/

  19. Bueno, la verdad es que poder trabajar en bata y con los pelos de loca tiene su punto, pero yo -que también trabajo desde casa- estoy frita por escapar a un mundo con compañeros adultos para hablar de cosas de adultos y salir a tomar café sin cortarles los donuts a nadie ni limpiar mocos… Pero la crisis me tiene castigada. Ay!

    Yo también tengo un blog que uso para quejarme un poco, jajajjajaj… Ofrece una irreverente visión de la maternidad. Pásate si te apetece!

    http://hijanohaymasqueuna.blogspot.com.es/

    (Es de blogger)

    1. Gracias por tu comentario!! Si trabajas desde casa también entonces estamos en las mismas, jejejeje, y lo de echar de menos una conversación de adultos es lo más acuciante!!
      Me paso por tu blog, gracias!!!!

  20. puesto que soy el anciano que se levanta en el metro para que tú te sientes, me veo con derecho a decirte dos cosas bien claras.

    1. Trabajé en mi casa 20 años y terminé en mi casa con depresión (pero trabajando) y visitando al Señor de la Química Neuronal una semana de cada dos.

    2. Trabajé en una empresa guay 16 años, y terminé en ella depresión (pero trabajando) y visitando al Señor de la Química Neuronal una semana de cada dos.

    Conclusión: me despidieron antes de la Reforma LAboral, con todos mis derechos bien puestos, y ya no trabajo ni tengo depresión (pero voy al Señor de la Química Neuronal una vez cada dos meses para que me haga recetas y trapichear con las pastilluquis).

  21. A mí una de las cosas que me gusta de trabajar es hablar con los compañeros, tomar un cafetito (aunque ahora digan que eso no es productivo), ver gente, salir de casa, que luego muchos días no vuelvo a salir, y si trabajara en casa mi uniforme seguro que sería el pijama…

  22. Llevo 3 años trabajando desde casa y todo de acuerdo. Yo a veces hasta he empezado a tener problemas de dicción de no hablar con nadie. Lo ideal: 3 días en la ofi y 2 en casa o viceversa. ¡Quién pudiera!

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