En mi tierna infancia y más allá (que a mí la época de «ternesca» me duró casi casi hasta la veintena, jeje) las muñecas con todos sus accesorios formaron parte fundamental de mis tardes de juego. Mientras mi hermana, más madura que una servidora ya desde los primeros años, se dedicaba a la reflexión intelectual y a pensar en sus cosas de mayor, yo me perdía en mis mundos de Barbies y Chabeles.
La Barbie era la voluptuosa, en varias versiones princesiles o sacadas del mundo Lomana, a la que mutilé en varias ocasiones, desmembré con alevosía (a lo Dexter pero sin psicopatía que yo sepa) y en la que practique mis dudosas habilidades de esteticién: pelo, uñas, labios y no le hice la depilación porque la muy lista venía con la «Alejandrita» de serie, que si no… Ahora reposa desnudica y desfallecida, entre barriguitas rechonchonas y osos de peluche raídos, rumiando su triste destino: ella, que todo lo tuvo, para la que estaba destinada la gloria…
La Chabel fue su sucesora: menos curvas, más joven quizás, más universitaria, algo más real, diría yo, y sobre la que no ejercí aquella violencia implícita. Tal vez fuera porque, a diferencia de la rubia de talla 120, la pequeña Chabel no tenía una cintura imposible si tienes más de una costilla, porque no tenía los brazos anquilosados en aquel ademán tan surrealista de gancho-para-bolsas, y no se pasaba el día de puntillas y sacando pecho (aunque le hubiera hecho falta, porque la pobre andaba algo falta de delantera), pero el caso es que la nueva generación de muñecas no generaba en mí ese afán transformista y cabaretero.
De todo esto me he acordado esta mañana, cuando me he encontrado con este documento visual, todo un alarde de mala leche en pos de una buena causa, organizado y orquestado por Greenpeace para denunciar la deforestación que Mattel está llevando a cabo en los bosques de Indonesia para producir las cajas en las que venden a la amiga Barbie.
pues me das una razón de más para que me siga sin gustar labarby
Ah, pues muy bien 🙂
qué bien que nos lo muestres, así nos enteramos
PS: Yo nunca tuve Barbies…creo que se salían del presu familiar
Estas cosas hay que distribuirlas, que se entere todo el mundo 🙂
Pues la quesuscribe las tuvo en formato original, vestidita de jugadora de tennis, con un body naranja combinado en azul magenta, y su sexy faldita de tablitas, por no hablar de sus tennis tipo reebook de puntillas. La versión morena (no original pero de enorme calidad estética) es morena, de nombre Carla, y con un top palabra de honor en verde-marrón con pantalones a media pierna y unas sexys botas marrones en sus increíbles piernas.
Soy hija de la emigración, y hace 30 años en Suiza se vendían casi en el súper con chipicientos vestidos de novia que mi hija sigue utilizando, porque mi niña juega con las de su mamá. Por eso la Nancy se me hace extraña y la Chabel me da la pinta que soy muchíiisimo mayor que vosotras.
De todos modos, siendo mujer adulta y creo que estable emocionalmente, reconozco cierto fetichismo hacia las muñecas, y por mi 40 cumpleaños recibí a la inseparable compañera de MazingerZ, la bienhechora Afrodita, que me da «cosita» cuando la veo cerca de mis diccionarios.
En cuanto al apartado ambiental, que reconozco que es cierto y no pienso negarlo, veo nuestras propias contradicciones, por el consumo energético que visionar ese youtube contribuye al calentamiento global ¿no es así?.
Muchas gracias por tu comentario, estimada coherente 🙂
A mí me han pirrado siempre las muñecas, y las guardo en una caja para que me hija juegue con ellas, y las destroce como hice yo.
Y sí, hay millones de cosas que podemos hacer para no contaminar, estoy totalmente de acuerdo contigo, pero me dirás que la campaña que han montado no es cachonda?? jejejejeje
un saludo!
yo sólo tuve una y ya d más mayor, ni fu, ni fa… tuve muchas barriguitas y pinipones, q monos!
gracias por el video, ya lo he compartido para informar a la gente.
A ti, ahhhh pinipones!! esos me encantaban, con su granja, sus cosas, qué recuerdos!!!!
Gracias!
Qué bueno el vídeo!! Todos sabemos lo perjudiciales que son las barbies, sus estilismos y los tópicos que las envuelven, y quizá por ser tan dañinas son así de contagiosas. A mí me encantaban y soy incapaz de negarle una a Lasniñas. Lo de las cajas, caca, obviamente, habrá que replantearse y reforzar algún que otro principio moral… Prometo enmendarme!
Pues sí, yo tampoco creo que pueda negársela, sobre todo porque yo jugué hasta la extenuación con ellas y bueno, tengo mis cosas, pero vamos, he salido bastante normalita, jejeje… y tampoco es que las demás que hay en el mercado me encanten… que elija ella y que la descuartice a gusto, jj