Más kilómetros por hora.
Más zapatos en el vestidor.
Más arena bajo los pies.
Más metros cuadrados que llenar.
Más dinero con el que endeudarse.
Más followers. Más seguidores. Más visitas.
Más créditos personales a sesenta años.
Más audiencia entregada. Más aplausos. Más fotos.
Más joven y lozana. Más delgada. Más cremas.
Más botox en el entrecejo. Más de mentira.
Más nuevo y reluciente.
Más prozac para levantarse.
Más sedantes para dormir.
Más sí a todo lo que me digas.
Más vida a corto plazo.
Más yo.
Más yo.
Más mío. Más mejor.
Mucho más.
La insatisfacción es nuestro apellido. La ambición está en el aire. Y dan ganas de dejar de respirar para ver si así toda esta frustración generacional se va al garete de una vez.
Toda la razón y más!
No sé si se trata de frustración generacional o simplemente que el ser humano es un gordo avaro por naturaleza. Queremos más, pero cada vez damos menos. Caca.
Espectacular, querida, te has salido. Estoy de acuerdo con blogdemadre en que es esencia natural del ser humano. Yo hace tiempo que me he propuesto ir a menos de muchas cosas para poder ir a más de otras. Y lo mejor de todo es que lo estoy consiguiendo… y soy mucho más feliz, eso sí.
Doy fe de esto último, amiga! Y seguiré tus pasos… 🙂
Eso espero, y por muchos años………………………