Rubicon, oh my god!

Con esta expresión se puede resumir lo que se me pasó por la cabeza cuando terminé de ver esta serie de la AMC, expresión muy similar a cuando terminé Misfits, otra obra maestra en este caso de manufactura británica.

Rubicon es muchas cosas, pero sobre todo en una novela negra larga en intensidad, densa y llena de personajes antipáticos, con los que es imposible empatizar. Y eso es lo espectacularmente bueno de esta serie, su complejidad, su ambivalencia y la falta de límites entre el bando de los buenos y el de los malos.

Rubicon es 13 episodios en los que parece que no pasa nada durante sus cuarenta minutos. Cuando terminaba de ver cada capítulo, me decía a mí misma: pero ¿esto qué es? ¿por qué aquí no pasa nada? y sobre todo, ¿por qué estoy enganchada a esta panda de sosos narcotizados y deprimentes? Y así una semana tras otra, viendo los días pasar y como se va tejiendo una trama que en un principio se plantea irrelevante…

Así hasta llegar al episodio 12, que es cuando te quedas con los ojos abiertos sin poder parpadear y piensas: mira que lo veía venir, pero aún así, me la han colado… ¡perros!

Conclusión: un guión perfecto, con unos actores medidos, muy recatados y sobre todo sobre todo una honradez argumental impresionante.

Un pero: el final, que no podía ser de otra forma, escuece y pica bastante. Sí, ya sé que es mejor así y cura antes la herida, pero ese sobresalto repentino que sientes cuando se cierra en negro la pantalla… oh my god!!!!

3 comentarios en “Rubicon, oh my god!

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