La canción de la montaña

Foto de Massimiliano Morosinotto en Unsplash

«If you want to choose the pleasure of growth, prepare yourself for some pain». – Irvin D. Yalom

A veces me gustaría dejarles a mis hijos más cartas, más palabras que puedan ayudarles el día de mañana. De fondo, el anhelo inútil de acompañarlos siempre. Y la certeza de que muchas de las cosas que quiero decirles se quedarán en el cajón, tras los calcetines desparejados.

Y una de las cosas que me gustaría decirles mucho, y que supongo que acabaré verbalizando de alguna manera mucho menos poética que aquí, será que la vida duele. Y cuesta. Y que está llena de valles y montañas.

Y que eso es vivir.

Que no hay secreto mágico para sanar las heridas del camino y que seguir andando supone esfuerzo, cansancio y hasta ganas de dejarlo muchos días.

Quiero decirles que a veces estarán solos y tendrán que llevarse bien con su sombra. Es la única que les seguirá hasta la cumbre.

Que se irán encontrando a mucha gente mientras caminen. Que harán grandes amistades y que ese trecho junto a ellos será más liviano. Pero que el camino sigue siendo propio, y a lo mejor sus sendas se separan, y tendrán que tirar solos de nuevo.

Y es parte del viaje. Saber decir adiós y seguir adelante.

Y secarse el sudor y las lágrimas de cansancio, o de arrepentimiento, o de incredulidad.

Me gustaría mucho decirles que la vida es plena e incompleta a la vez. Que somos incoherencia pura. Que estarán rodeados de belleza y quizás no quieran verla. Pero estará ahí esperando que ellos se paren para observarla.

Que el dolor va implícito en esto que llamamos aprender. Que no le tengan miedo al fracaso y rehacer parte de lo andado. Que no hay prisa alguna por llegar y que se tomen sus pausas, sus espacios y respiren. Que tomen mucho aire y piensen bien dónde pisan. Que nadie más que ellos debe manejar sus tiempos. Y que, además, las prisas de los demás nunca serán las suyas.

Ojalá sean capaces de entender que vivir lleva en sí mismo encerrado el dolor y la dicha. Y de encontrar en ellos mismos las ganas de seguir andando cuando no esté tras ellos, soplándoles en la nuca y diciéndoles qué hay hoy de comer…

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