Nos pasamos la vida temiendo el cambio y lo nuevo. Pero a la vez nos cansamos al momento de lo ya conocido y anhelamos algo distinto.
Las mudanzas, las separaciones, los cambios de trabajo, las pérdidas, las decepciones y los baches en el camino son siempre giros inesperados (o no) que nos obligan a cambiar el paso y medir de nuevo nuestro ritmo, qué y cómo nos movemos, y sobre todo, por qué nos movemos, hacia dónde vamos y qué esperamos encontrar.
En la mayoría de las ocasiones, los cambios nos obligan a parar, e incluso retroceder. Y, ay amigo, como escuece tener que echar borrón y cuenta nueva.
Pero mirad a los niños. Como pueden disfrutar una hora montando una fantástica torre de piezas para en un segundo darle una patada ninja y cargárselo. Y ese es uno de sus momentos preferidos (siempre que no venga el hermanito a rompértelo, claro, en ese caso se arma la mundial).
Conozco mucha gente a la que el cambio le altera. A mí misma, sin ir muy lejos. Me genera ansiedad no saber si estaré a la altura de mis propias expectativas (porque las presiones son casi siempre internas, no nos vamos a engañar)
Los cambios se barruntan. Se huelen, como la lluvia que se acerca. Se siente en los huesos y revuelve el estómago, y a veces también el cerebro.
Por eso, en esos momentos en los que el cambio se acerca, es muy, muy importante encontrar un sitio en el que sentarse, buscar ese espacio privado en el que solo nosotros sabemos qué hay, y dedicarnos un tiempo. Sin más.
Y luego, tomarnos un copazo y bailar ;P
Abraza el cambio. Siempre nos quedará esa sensación de que somos libres para cambiar…
A mí los cambios me dan miedito pero también es cierto que, una vez que me hago ello, noto que me venía bien el cambio de aires. Un besote!!!
Siempre es positivo, aunque a priori parezca que no! Un besazo lectora fiel 😉
No podía llegar este post en mejor momento. Los cambios dan miedo, pero siempre esconden oportunidades. Te haré caso y abrazaré al cambio 😉 ¡Un beso!
Pues no sabes cómo me alegro! Hablaremos amigo!!! Un besazo
Yo ya sé que la mayoría de los cambios suelen ser para bien, pero me dan un vértigo… y una pereza… y un miedito… nada, oye, que salí yo conservador en esto.
Qué tal en el barrio? 😉
Pues dan miedo y pereza hasta que te pones. Luego siempre es para mejor, siempre que elijas tú claro.
El barrio, estupendo, a ver si se espabila eso sí!
Un abrazo y nos vemos!!
Cuánta razón tienes amiga!!!a veces es más agobio pensar en el cambio, qué el cambio en sí!
Así qué bienvenido cambio, luego serás rutina!
Un besazo
Pues claro, viva el cambio!!!
Un beso enorme
Hay que abrazarle… y besarle y meterle mano, si se deja. Sólo así avanzamos.
Beso, guapa!
Pues sí, meterle mano, que le gusta, que lo sé yo jajajajajaja
un besazo guapa!
Echo de menos tus post! Vuelve!!!!!!!!
Pero qué maja que eres!! Me tendré que desempolvar y volver por estos lares… 🙂
Un besazo