Las mujeres ambiciosas van al infierno

Este post lo escribo a escondidas de mí misma.

Es mi parte subversiva la que escribe, y además tendría que estar haciendo otras cosas más urgentes que soltar pavadas en el blog.

Pero no puedo evitarlo. Me salen las palabras a borbotones de las manos. Se escapan, diría yo. Y no me queda más remedio que darles salida o se me quedarán ahí aprisionadas. Y saldrán cuando me esté pintando el ojo, o esté haciendo una tortilla de patatas. Y me lo estropearán, que lo sé.

Las mujeres ambiciosas van directas al infierno, ese que no existe pero que se ha pintado siempre como el averno, con luces espectrales, cuerpos desmembrados e imágenes salidas de un mal viaje en el Medievo.

Admitir que eres una mujer ambiciosa te lleva directa a la consulta de un psicólogo, a un divorcio, a ambas cosas. Porque las mujeres somos seres suaves, adaptables al cambio, mesuradas, y para nada preocupadas por cosas tan banales como la ambición, sea esta concebida como cada uno quiera: éxito profesional, personal, ambos a la vez.

Las mujeres ambiciosas son duras, frías, malas personas, capaces de clavarte un tacón en todo el ojo si hace falta para avanzar. Son las pérfidas y malignas señoras con pantalones, cuantas veces no eran lesbianas, por dios, y siempre, siempre van al infierno.

Las mujeres ambiciosas se quedan solas en la vida. Por malas, claro. Por ambiciosas. Porque no tienen corazón, ni quieren lo suficiente a su familia, ni hacen caso de las señales de advertencia durante el camino de que van directitas al infierno.

¿Cuántas veces has oído mujer y ambiciosa en la misma frase y no han saltado las alarmas en tu cerebro? Alerta: fémina descarriada de su camino, alerta, ¡llamen a todas las unidades!

No sé si esto va de feminismo o tan solo de sentido común. O de hartazgo. Pero la mujer, nosotras, yo, tú, ella, todas, debemos meternos en la mollera que la ambición, ese deseo de trascender, de hacer algo bonito, que sirva, que cambie cosas, que remodele lo que tienes a tu alrededor, que transforme, tanto a ti misma como a lo que conoces, no es un pecado. Y no te hace mala persona. Ni ser una «tiburona» tiene por qué ser sinónimo de llevarte a nadie por delante.

Y lo más importante, no tenemos por qué pedir perdón por serlo.

14 comentarios en “Las mujeres ambiciosas van al infierno

  1. Quizá el problema está en el término ambición, que tiene connotaciones negativas. Hay muchos tipos de ambición, unos de pisar caras ajenas con tacones, pero otros tremendamente positivos para todo el mundo. Sin gente positivamente ambiciosa no se avanzaría.

    1. Está claro. La cosa es que si unes ambición + mujer ya suena mal de por sí, sin pensar en qué tipo de ambición estamos hablando, positiva, negativa o del tipo que sea. Y eso me rebela…

  2. Totalmente de acuerdo. Muchas veces ser ambiciosa (sobre todo cuando eres mujer) se confunde con ser «trepa». Ser «trepa» es querer prosperar en la vida a costa de lo que sea, sin importante las consecuencias ni a quién tengas que pisarle la cabeza pero se puede ser ambiciosa y mantener la moral. A ver si se cambia ya el chip. Un besote!!!

  3. Suscribo cada una de tus palabras, Mónica. Y, además, me parece genial que seas tan valiente de escribir sobre ello. No tenemos por qué pedir perdón ni tener remordimientos si queremos hacer algo más que cambiar pañales y hacer de taxistas para las extraescolares. Y lo malo es que las primeras críticas son otras madres. En fin, yo confío en que este pensamiento tan estrecho de miras, poco a poco, se vaya ensanchando. Un beso!!

    1. Gracias Laura!! Aunque no voy tanto a la dualidad madre/trabajadora, creo que eso aquí ya es más que obvio… para mí cambiar pañales y hacer de taxista es una parte más de mi vida, lo he hecho y lo sigo haciendo tan feliz. Es el freno social a decir que tienes ambiciones, a decir que puedes cambiar cosas y que lo vas a conseguir el que me enfada. Esa regla no escrita de no llamar mucho la atención, de pasar desapercibidas, de no reclamar el paso… Un besazo!!!

  4. ¡Hola maja! Yo no percibo tanto (será que soy un tío, claro…) ese sesgo despectivo respecto a la ambición femenina (que lo hay…), pero sí percibo otra cosa. Creo que es igualmente problemático (o a mí me llama más la atención), el que esa ambición, en la mujer, acarrea una serie de «aros» por los que hay que pasar, de renuncias y concesiones que ha de plantearse, que la llevan en muchas ocasiones a tener que elegir entre varios de los aspectos a los que otras, menos ambiciosas, no tienen por qué renunciar. En el ámbito laboral se ve mucho.

    Podéis ser mujer de ambiciones y grandes miras, pero si te lanzas a ellas, estáis firmando una renuncia casi segura a ciertas partes de vuestro ser: ¿Mujer? ¿Y a la vez ambiciosa…?¿Y a la vez madre…? ¿Y a la vez exitosa…? ¿Y a la vez femenina…? ¿Y a la vez íntegra…? ¿Y a la vez nosequé…? No sé, me da la sensación de que nosotros los hombres no tenemos que renunciar a tanto, o se asume que no.

    Hay que seguir trabajando, y recompensando la ambición bien entendida. Pero la valentía, la fortaleza, la seguridad, la curiosidad… son aspectos que aparte de cultivarse y regarse desde la educación, el respeto y el afecto venido de fuera, necesitan también de un enorme y difícil trabajo de siembra y emponderamiento personal interior, regando concienzudamente la fe en el poder, el convencimiento y el potencial de cada uno. ¿No creéis…?

    ¡Besazo! (¡El sábado nos vemos…!) 😉

    1. Uf lo de las renuncias es que ya da para otro post, otro blog, otra vida, jjjj, pero tienes mucha razón y está bien que lo veas porque la mujer lleva un historial de renuncias importante a lo largo de la historia. Me quedo con tu último párrafo sin duda, el empoderamiento personal, la fe en el poder, el convencimiento y el potencial de cada uno…. lo has clavado amigo!!!
      Un besazo enorme y hasta el sábado!!!

  5. Te apoyo al 100%, ya está bien de pedir disculpas por tener proyectos e ideas. Es sano ser ambiciosa y querer realizarse en lo que te apasione. A un hombre no se le condena por ser ambicioso más bien se le anima a serlo. Un abrazo y me ha encantado el post.

  6. Que bien me ha ido leer este post ahora mismo, ahora que he decidido volver al mundo profesional de forma más activa, ahora que les he explicado a mis hijos pequeños que mamá «necesita» trabajar ahora que le he pedido a mi familia que se vuelquen conmigo como yo lo he hecho con ellos en los últimos años.

    La ambición no sólo la tenemos de jovencitas cuando elegimos entre tener hijos o seguir con un trabajo en el que viajas, no paras por casa y estás todo el día por ahí. La ambición puede aparecer de golpe cuando tienes treinta y muchos y quieres incorporarte al mercado laboral activo (aclaro no he dejado de trabajar nunca pero sí lo he hecho como freelance, desde casa,a medio gas y sobre todo conciliando que era lo más importante para mi hasta ahora) y en ese momento te das cuenta que te siguen juzgando, te juzgan los entrevistadores, los reclutadores, los contactos profesionales que retomas, los conocidos y familiares de tercera, todos te miran y piensan «y esta ahora porque quiere volver a trabajar en empresa, 8 horas al día…de que quiere huir??»

    Pero como el pacto lo hice con mis hijos y con mi marido y ellos me han dicho que adelante, pues lo voy a intentar. #AmbiciónPositiva es el nuevo hashtag de mi vida ahora mismo.

    Gracias por el post!

  7. Hola Mónica, relamente he leído el post hace unos días pero no he querido comentar porque quería ver ese vídeo… finalmente me ha encantado, tanto tu propia reflexión como la ponencia de esta gran mujer. Me he sumado energía para hacer todo lo que quiero! Qué gran aporte!
    Las mujeres así hacen mucha falta, qué digo, y los hombres como ella!! Porque no es otra cosa que ser humilde, justa y humana! ah! si, que se me olvidaba, también ambiciosa (positivamente como bien ha comentado Marta de «Mamá en Bulgaria»)
    Gracias por tus reflexiones! Siempre! 🙂

  8. Pero si es que el daño no lo hacemos nosotras mismas, cuando creemos que por ser ambiciosas estamos siendo «malas» o renunciando a otras partes de la vida, queseyo. Cuánto daño hacen los estereotipos, y las pelis de malas vestidas de prada o Bridget Jones, de nuncamehanbesado que nos enseñan que tienes que ser la torpe, la desvalida, la pobrecita. Una mujer que se quiere comer el mundo es la villana, la cruela, o hasta si me apuras la madre mala.
    Pero no tiene porque ser así.
    La ambición que nos lleva a luchar, a emprender, a seguir adelante y sobretodo a ser ejemplo para otras mujeres, como tu eres. Es mágica.

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