La carrera de las buenas madres

Cuando hablo con mis amigas embarazadas y primerizas siempre constato las innumerables dudas que nos asaltan a todas (alguna excepción habrá, de aquellas que desde los cinco años sabe que va a ser una madre fantástica, pero yo no la conozco aún). Y es, entre otras muchas de extrema gravedad, si seré una buena madre.

Dios, es hacerte esa pregunta a ti misma o a los demás y empiezan a pasar por tu mente todo tipo de escenas futuribles en las que se pondrán a prueba tus dotes innatas (en teoría) como criadora, amamantadora, cambiadora hábil de pañales, justa pacificadora y astuta negociadora/secuestradora de juguetes, experta en nutrición, en detectar fiebres incipientes con la palma de la mano, en introducir supositorios con suavidad pero firmeza…. Y miles de superpoderes más que ni la Marvel ni DC en sus mejores tiempos es capaz de aunar en un solo personaje (que yo sepa a Wonder Woman no le asoman los discos absorbentes por el corsé ni utiliza el sacaleches como arma arrojadiza)…

Todo eso es una carga que ya desde el primer mes de gestación te vas acostumbrando a llevar sobre tus hombros. O sobre tu panza, que se va convirtiendo con los meses en apoyadero de lujo para el bol de cereales. Y la respuesta de todo el mundo, por lo general, cuando manifiestas tus dudas sobre tu habilidad para coger a una criatura tierna como un bollito recién salido del horno, suele ser, simplemente, que eso te sale. Que le vas cogiendo el aire. Que no sabes de dónde pero te viene. Como cuando has estudiado mogollón y vas al examen sin chuleta ni nada, convencida de que cuándo veas la pregunta, la respuesta te llegará volando desde el Sitio de las Respuestas Correctas, donde se encuentran las actualizaciones del Android, los emails con buenas noticias que llegan de repente, y la pericia para manejar a tu bebé la primera vez que lo metes en una bañera.

Y bueno, es un poco así. Pero vamos, tampoco es que en cuanto das a luz te ilumines con la gracia maternal, cual santo en sus mejores tiempos. Ni cuando estás postrada en tu cama de hospital, dolorida, confusa y agradecida de que ya haya pasado todo, se abre frente a ti una nube celestial entre cantos de querubines de la cual surge una mano inmaculada que te entrega el Carnet de Puntos de la Buena Madre (con su manual de instrucciones adjunto, en dvd y con explicaciones en 7 idiomas).

No, amigas primíparas. Aunque ya lo sospecháis, esto no sucede (al menos no en la Seguridad Social. A lo mejor en la privada sí, pero lo dudo, en serio). Ni los niños vienen con un pan debajo del brazo, ni la ínclita Ana Rosa escribe los guiones de su programa, ni nuestra pericia como madres es una destreza que nos viene de serie, como el ABS.

Amigas gestantes, todas esas habilidades, como en muchas otras facetas de nuestra vida, las vamos aprendiendo sobre la marcha, eso sí metiendo quinta, o sexta. Y a veces te equivocas de camino, y tienes que dar media vuelta y corregir la trayectoria. Pero eso pasa en todo, ¿no?

Y que no os den gato por liebre, no hay una única forma de hacerlo. Aquí cada uno va encontrando su camino para hacerse con su bebé de la mejor manera: hay quien los coge mucho en brazos, hay quien no los coge más que para cambiarlos o darles de comer, hay quien los duerme al pecho, hay quien practica el colecho, hay quien les da biberón desde el primer día, hay quien sigue dándoles teta a los tres años, hay quien les pone Mozart aún cuando no tienen ni siquiera las orejas formadas, hay quien contrata niñeras chinas para que vayan cogiendo el acentillo mandarín al estornudar, hay quien les lleva a la guarde a los tres meses y se va llorando al trabajo, hay quien no le saca de casa hasta los dos años porque no quiere que se resfríe…. Hay miles de opciones y para cada una de esas familias ésa es la suya, es la buena y es la que le vale. Y ya está.

Así que, felices amigas que esperáis mientras estáis esperando, tranquilas. Esto no es una carrera por ser la mejor madre, aunque a veces nos hagan sentir así desde el mundo exterior. Todas estamos igual de perdidas cuando estamos preparadas en la salida. Aquí lo único que importa es hacer lo que más le conviene a tu pequeño, que obviamente no viene escrito en ningún manual, ni sale en Internet (ah, no? seguro? No).

Mejor ver esto de la maternidad como un paseo, a eso de las cinco de la tarde, en primavera, en el que no compites por ser una buena madre, sino que verás como una andadura de largo recorrido con sus saltos, sus descansos, sus banquitos a la sombra y sus atajos o desvíos, y en el que, por suerte, os encontraréis un montón de seres humanos en circunstancias similares a las vuestras con los que reír, llorar y sobre todo andar acompañados. Lo haréis bien. Seguro.

20 comentarios en “La carrera de las buenas madres

  1. Deberías imprimir este manifiesto y solicitar que lo adjuntaran con la primera compra de pañales que haga la futura madrematerna. Ahorraría muchos quebraderos de cabeza y muchas insensateces. Eso sí, sé buena y no me vetes el marketing maternal, mari, que da mucho juego y muchas risas y además su inexistencia me vaciaría el armario de las cascarrias. Oy oyoyoy.

    1. Jajajajajaja, por mucho que yo lo vetara, daría igual, porque vienen a por nosotras, como bien sabes, my friend. Tus cascarrias tienen mucha vida, hay mucho mercado que explotar aún, seguro…
      Solo es un aviso para navegantes primerizos, que siempre viene bien, jejejejeje

  2. Las primeras primerizas estamos normalmente tan acongojadas, que leeríamos el manifiesto de refilón y desconfiadas, cayendo en las redes de abuelas, suegras, matronas, amigas, amigas de amigas y compañeras de trabajo seguro… esto sólo se aprecia post-cagada 😉 Pero qué bien sienta confirmarlo 🙂

  3. Estoy con las anteriores comentaristas … cuánto sentido común. Es que tienes más razón que un santo, o una santa, en este caso.

    En mi caso no me planteaba que iba a ser una supermadre. Creo que no le di demasiadas vueltas a la cabeza sobre si iba a ser una buena o mala madre. Es posible que me falle la memoria (que ya se sabe, no sólo es selectiva, sino que tiende a idilizar todo) pero yo creo que lo mío era inconsciencia. No me planteaba, directamente, si iba a ser buena o mala madre. Sabía que lo quería ser (en mi caso, de siempre, en vez de reloj biológico debia tener el Big Ben) y coño, si hay cada por ahí que dices «a esa le han dado el carnet en una tómbola», estaba convencida de que el premio a la madre del mes no me lo iban a dar (sobre todo, estaba muy preocupada por no dejarme a la niña en el coche abandonada, si es que soy un despiste) pero vamos, que al aprobado por lo menos llegaba. Como digo, puritita inconsciencia. Creo que me lo he planteado más después de tenerlas, pero en el embarazo yo estaba agilipollá. Digamos que me comía la cabeza con otras cosas.

    De todo tu artículo, que me ha encantado, lo que más, lo que más, algo que comparto totalmente es lo de las diferentes opciones, que cada uno tiene la suya y es lo que vale. Lo suscribo por completo. Añadiría un «coño, y deja de meterte donde no te llaman» destinado a todos esos metomentodos que sientan cátedra y que van dando lecciones por la vida. Yo creo que soluciones perfectas no existen y que todos, más o menos, funcionamos con el prueba error.

    By the way, entre mis amigas bromeamos siempre diciendo que en el paritorio te insertan el chip madre 1.0. Manual de instrucciones no dan cuando tienes un niño, a lo más, algún pdf ;)))))

    1. jajajajaja, muchas gracias! pues si tú no te lo planteaste mucho mejor, porque al final da igual, jejeje, eso que ganaste, jajaja, y mira, tan bien que te ha salido, no?
      A mí, más que insertarme un chip, lo que me hicieron fue un «reset», jejeje, es empezar sin tener ni idea y en blanco, sólo con un poco de sentido común…
      un abrazo!

  4. Cómo, ¿que no te insertan el programa 2.0 nada más asomar la pequeña cabecilla de la criatura? OMG! Qué va a ser de mí!

    Pues sí, my friend, lo de las dudas es inevitable… Hasta me atrevería a hacer una analogía con el momento, también trascendental, de la iniciación al sexo. Al menos algunas de las dudas existenciales son las mismas, no? ¿Me dolerá mucho? ¿cabrá «eso» por «ahí»? ¿cuánto sangraré? 😉

    Yo la verdad es que trato de tener confianza en que sabré hacerlo, aprenderé a marchas forzadas y en algunos casos, efectivamente, me equivocaré, pero pensar que puedes hacerlo, y muy bien, ya es mucho. Además tengo a mi lado al mejor hombre del mundo que va a ser un auténtico padrazo, y también tranquiliza saber que va a ser un viaje compartido de dos primerizos novatos, jejeje.

    Y, por supuesto, tener cerca a buenas amigas que están ahí para cualquier duda, sea ésta trascendental o una soberana chorrada, es altamente tranquilizador 🙂 Hay que aprender de las que llevan «ventaja»!

    Un besazo

  5. Aunque me hubiesen «pedefeado» las instrucciones, me sometieran a relax pre y pos natal, simpre me he tomado la maternidad como una especie de carrera de obstáculos, …, si le añadimos la supercompetitividad que caracteriza mi persona, aderezado con Google y ForosVarios, .. resultó ser una piradez de gestión.
    Una muestra: yo no iba al pediatra sólo a los controles periódicos… me obsesionaba la rayita roja en las curvas de percentiles; solo me faltaba gritar un «Vamos Rafa, vamos…» ¿Por qué? pues no precisamente para jactarme en jardines y consultas médicas (Anonimus Mummyaholic ) sobre lo supercool que era… más bien competí con mi madre y su métodos de treinta años atrás. Así de sencillo.
    Gracias por dar un poco de relajación a las que vienen… lástima que no leí tu protocolo al meterme en acción.
    A tus pies,

    1. jejejeje, bueno, es que esto es como todo: hasta que no lo vives no sabes lo que es, jejeje, y además, cada uno se lo toma a su forma. Hay quien se vuelve loca de atar con su criatura, y hay quien se la deja olvidada en casa de lo tranquila que le ha salido, jejeje. Pero bueno, si sirve algo la reflexión para las futuras enajenadas, bien empleado el tiempo en contarla.
      A los tuyos 🙂

  6. Chapó! que bien te explicas y cuanta sensatez, me gusta todo pero me quedo con: Hay miles de opciones y para cada una de esas familias ésa es la suya, es la buena y es la que le vale. Y ya está.
    AMÉN!!!!

  7. Suscribo completamente el resto de comentarios… hay miles de opciones para cuidar/amar/criar/educar y ahí también está lo bonito, no?? si todas/os cogiéramos lo mismo a nuestros miniyos, si todas/os diéramos teta hasta el mes 14, si todas/os hiciéramos las mismas «tontás» que aburrido sería esto, no???
    Gracias por contarlo, que parece que lo ha pensado una y se lo ha escrito otra, como a la AR sus guiones, jajaja..

  8. Es verdad que en el puerperio necesitamos más serenidad y menos entrometidos alrededor, tanto quienes lo hacen de una manera, como quienes lo hacen de otra… Eso sí, los que lo hacemos «de forma rara» (colechando, porteando o con lactancias largas) nos llevamos ración y media, jejeje…

    Me está gustando tu blog, me quedaré a cotillear un poco.
    ¡Besos!

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