Sarah y los tacones

El otro día, pudo ser ayer o hace un mes en mi desbarajuste temporal, escuché en la radio que a la abonada a los taconazos, Sarah Jessica Parker, sí, la actriz caballuna de Sexo en Nueva York, le había prohibido su médico llevar tacones. ¡Toma ya! ¡Vaya notición! Pensé, mientras me dejaba llevar por la trivialidad más frívola, que por un rato que dejemos de lado la realidad tampoco pasa nada…

Sarah y los tacones Y es que la buena de Parker se ha deformado los pies a base de aumentar su reducida estatura unos cuantos, muchos, centímetros al día desde hace un porrón de años y ahora no puede ponerse un taconazo salvo que le vaya el caché en ello y tiene que ir de plano por prescripción médica.

Desde luego este caso no deja de tener su enjundia, porque la amiga Sarah, no sabemos si por imposición del guión, pero sospechamos que más bien por ese afán tan humano de «ahora que puedo y estoy ganando millonazos por capítulo me pienso poner lo más caro que pille» demostraba durante toda su serie tanta o más pasión por los tacones que por el mismo sexo que da título a la famosa serie. De hecho, fue gracias a ella que medio mundo femenino con sueldos de latitudes sureuropeas (como dicen los alemanes) descubrió mucho más sobre zapatos que sobre otros temas más humanamente trascendentales como coitos,posturas y demás fruslerías eróticas (que si habéis visto la serie tampoco son para tanto).

Allí, en esa serie que sí, he visto completa y muchas veces además, como mi santo ha podido comprobar, escuché y ví por primera vez unos manolos, esos zapatos solo reservados para presupuestos absurdamente astronómicos, y que para el precio que tienen bien podían prepararte unas lentejas, hacerte la colada,  enseñar chino a tus criaturas y, por supuesto, desplazarte al Ahorramás por retropropulsión además de servirte, por supuesto, como lo que son, unos ZAPATOS, muy monos y con mucho glam eso sí, pero zapatos al fin y al cabo, que hay que joderse con los manolos estos…

Así que, claro, conociendo como conocemos la pasión de esa mujer por lucir modelitos en sus pies, además de en el resto del cuerpo, escuchar que ya no va a poder presumir de vestidor-zapatero teniendo como debe tener los modelos más exclusivos y caros of the world, qué queréis que os diga, me dejó anonadada y un pelín complacida, la verdad. Quitando lo jodida que pueda estar la protagonista por no poder dejar de tener estatura de hobbit salvo en ocasiones especiales y alfombras rojas de guardar, esta noticia me impactó, me pareció terrible y fascinante a la vez, y me encontré a mí misma regodeándome en esa satisfacción morbosa que encontramos en desmontar las vidas perfectas de los que por fuerza no pueden serlo… ¿No es una venganza perfecta de sus maltratados pies a esta pérfida nariz pegada a una mujer? A mí me lo parece…

Suena malvado alegrarse del mal ajeno, porque está claro que para llegar a este punto la mujer debe haber padecido dolores interesantes en sus explotados piececillos, y no, no me alegro del dolor ajeno. Pero sí que reconozco un regustinín interno, un desagravio cósmico, un ligero «te jodes, no ser tan asquerosamente perfecta (a pesar de la nariz)», un «no me alegro, pero casi»…

Porque para las mujeres normales como yo, que no tenemos un vestidor millonario en nuestros dormitorios, que ni siquiera soñamos, aspiramos o transpiramos para llegar a tenerlo porque simplemente es impensable, imposible e impagable, escuchar que una mujer que ha ganado millonazos a porrones por vestir ropa y calzados obscenamente caros, ir siempre de portada de Vogue y poner morritos con tres amigas en la tele sin enseñar ni un pezón en una serie supuestamente de sexo, tiene que rendirse ante sus pies vengadores y bajarse al mundo del zapato plano (ya, ya, que no por planos serán más baratos, que lo sé), y sobre todo de los mortales con juanetes, pues qué quieren que les diga, a mí, a mi vestuario de 50 euros de media con manchas de papilla y vómitos, a mi calzado de marca ni-su (pero siempre española por dios, no me compren zapatos chinos porque la deformación de la Parker puede ser una broma comparada con sus piececicos después de una hora con ellos), y a mi penoso presupuesto mensual, sí, lo declaro sin tapujos, a mí eso me reconforta, me hace sentir menos mundana en mis zapatos de batalla, menos falta de glamour, más orgullosa de mis pies de clase media-baja, feísimos según me decía mi madre, pero al menos bien tratados.

Ahora solo me queda escuchar que además de los tacones, la pobre Sarah Jessica Parker no podrá vestir modelitos de alta costura, salvo en contadas ocasiones, por haber desarrollado una muy molesta alergia a los tejidos de alta calidad de más de 600 euros, teniendo que refugiarse en la temporada primavera-verano del Primark y las colecciones atemporales del Kiabi.

Para qué queremos más…

*En este post no se ha dañado mentalmente pie deformado alguno, a Sarah Jessica Parker ni a Manolo Blahnik. Sin rencor que luego nos vuelve el karma y la hemos jodido.

 

 

 

20 comentarios en “Sarah y los tacones

  1. Lo mismo pensé yo cuando leí la noticia, exactamente lo mismo. Me sentí un poco mala persona pero no pude evitarlo.

  2. Pues no me había enterado… Yo sueño con unos Manolos desde que tengo memoria… De momento no me han prohibido usar tacones así que voy a escribirle a ver si me quiere regalar los suyos que, total, para que ahora empiecen a acumular polvo… Besotes!!!

  3. Si, la verdad que manda narices que lo que mas le guste llevar no pueda, pero bueno que sea eso todo lo «malo» que le pueda pasar…
    Jeje y si, algo de satisfacción tb da!

  4. Ayer vi una foto de sus pies en la portada del Cuore o del In Touch o una de estas y quedé acojonao. No he encontrado otra foto igual de impactante, pero la de este enlace que te pego aquí no va mal tampoco.

    Hay que cuidarse!

  5. Ay….te mentiría si no te dijera que cuando ayer escuché la noticia y decía en voz alta “hala, que putada“ un brillo en mis ojos y una sonrisa ladeada denotó la poca sinceridad de mis palabras. Sí, donde se oyó un “pobrecita, qué pena“ sentía un “jejeje“ malo-maloso.
    Me reconforta saber que no fui la única.
    Como buena ilicitana, ciudad zapatera, te agradezco el gesto al zapato español, ese que nos da de comer a muchas familias. Besazos!!

  6. Non ti preocupare que fijo se casca unas manoletinas de Manolo Blanihk que las tiene y monísimas (archicaras of course) o de Marc Jacobs que también las tiene, y también para pies de alta alcurnia, bueno en este caso de baja..ñeñeñe :p

  7. Pues amiga, a mi me gusta Sexo en NY, y sus modelitos, y sus tacones, porque eso era parte de su encanto, y yo, a pesar que ni muerta, ni llena de dinero, iba a ir en tirantes, bajo la nieve de dicha ciudad, si me hace gracia, esa vida tan diferente a la mía…y es que el interés por la moda, es uno de mis defectos, y no sueño con ser como ellas, tan divinas y glamurosas…pero me divierte verlo a través del cristal…
    Y si, se gastan un dinero indecente en bolsos, modelitos y zapatos…otra realidad paralela a la nuestra, y ya les pasará factura en tacones, o planas…pero igual de mal, me parece que ganen una millonada, unos señores, por jugar al futbol por muy bien que lo hagan….hay profesiones , quizás pagadas desmesuradamente…

    Un besote desde mis botas planas, a pesar de tener una visión diferente del tema, me ha gustado la entrada.

    1. Si yo tengo todas las temporadas compradas en DVD y cuando la emitían en el plus, quedábamos un grupo de amigas a verlo y comentarlo, soy fan fanática y eso que no soy nada de la moda y el estilo, es un misterio para mí ja ja ja ja. Pero eso no quita que haya sentido una chispita de alegría malsana y de perra mala, qué puedo decir.

    2. Pero amiga, que como ya te dije en mi salón y con galletas de chocolate incluidas, a mí me encanta esa serie, me la sé de memoria Divinity mediante, y no despotrico ni contra ella ni contra su prota, vamos, faltaría más… Lo que yo digo es que es una ironía tremenda que la prota, siendo como es, una devota de los tacones, no pueda usarlos más… Amos, faltaría más, jejejejeje
      Un besazo guapa!

  8. Y digo yo, ya que no se los puede poner, contraaaa que nos mande algunos, no? Claro que ahora que lo pienso, que cjns hago yo con unos «Manolos»? no sé porque me da que no van a quedar muy bien con mi ropa de pinguillo (a saber: pinguillo = fresca, stradisvasky) y como mucho algo con más empaque, Zasca o Magno…

    Y digo más, nadie va a comentar acerca del brazo que tiene esta mujer? Nadal quiere ese brazaco derecho YAAA

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