Realidad aumentada a las 20.30 h.

No sé ustedes, pero yo el sofá lo levanto muy de cuando en cuando. Pesa mucho, ¿saben? Pero las 20.30 es una hora propicia para arriesgar el espinazo, explorar otros mundos y las profundidades de mi hogar, vamos.

Hoy, regocijo y alboroto, mi santo y yo nos hemos aventurado hacia lo desconocido y hete aquí que nos hemos econtrado lo siguiente en la incursión a los bajos fondos del sofá familiar:

Cuatro huevos de mentirijilla, de los del carrito de la compra que le trajeron SSMM a la pequeña. Yo los daba por perdidos hace meses. Perdidos, o refugiados con pasaporte de ídem en el mismo sitio en el que se expatrian los calcetines diminutos que desaparecen en la lavadora así como los imanes chuperreteados y mordisqueados del libro del circo, que han huido despavoridos ante el afán salivador y succionador de mi hija.

Una bandeja para los cubiertos de mentirijilla de la cocina de mentirijilla que le regalaron hace tiempo. Esta bandeja es una lista, que ya me la conozco yo, y aprovecha cada rendija posible para salir por piernas, ummm, por patitas, del ya mencionado afán salivador, y más aún del de lanzadora de jabalina en ciernes que detecto en ella últimamente. Yo, como buena y alentadora progenitora, cada vez que la veo practicando sus dotes deportivas le corto de raíz sus pretensiones deportivas y ya de paso le amenazo con expulsar de la familia a Pepe, su muñeco y confidente (de hecho, el único que la entiende). Y funciona, a medias. Porque tirarlo no lo tira;  sólo lo desliza por debajo del sofá.

Un par de cuchillitos de mentirijilla, como podrán imaginar, de la cocina de mentirijilla arriba citada. Este electrodoméstico no nos gasta nada de luz, es AAA y ocupa lo mismo que el carrito de la compra de mentirijilla, así que el mal menor es que todos sus complementos acaban desparramados por el suelo, debajo de la cama, de la cuna, del sofá, del cambiador, de la nevera, y eventualmente, dentro del retrete.

Una mandarina de mentirijilla. Ah, no, esperen, que es de verdad. Pero debe ser, como poco, del «Creotázico» o similar. Es un fruto fosilizado y hasta puedo ver a través de su cáscara, en otro tiempo fresca y lozana, y ahora acartonada cual rostro de alguna duquesa de hablar difuso, un mosquito atrapado en su gota de ámbar. Sí, Frutassic Park en mi salón, salto de gozo. No sé si tirar este despojo, mandarlo al Arqueológico y que me dediquen una placa o algo, o añadirlo al carrito de la compra de mentirijilla, que ya tiene 6 huevos, 1 trozo de queso (camembert por la pinta), 1 pollo de corral (por el color vamos, no porque lo diga él), un par de salchichas de Frankfurt, un pan (negro como el que comía la abuelita de Pedro y que ahora está muy de moda, lo que cambian los tiempos…) y un montón de cajas de cartón que imitan cosas típicas de todo buen armario doméstico de hoy en día y que desde su primer día en manos de mi fiera están a un paso de completar el ciclo de reciclaje y convertirse en compost.

He de decir que tras esta complicada operación de rescate casi me quedo sin santo en la complicada operación de bajar de nuevo el sofá al suelo. El pobre casi sufre amputación severa de un dedo del pie. ¿Cómo? ¿Del pie entero? Bueno, él dice que del pie entero. Sea.

La selección musical se la dedico con cariño a la mandarina. Que sabe dios cómo acabo debajo de mi sofá siglos atrás. Descanse en paz, querido cítrico.

11 comentarios en “Realidad aumentada a las 20.30 h.

  1. mmmm… eso me recuerda que en algún momento también tendré que mirar debajo del sofá, detrás del armario, de la estantería… :S No huele a cadáver de momento, así que todavía no hay prisas.

  2. A mí me recuerda que tengo que limpiar los kilos de pelusillas que he descubierto este fin de semana, cuando me ha tocado dormir en la cama del sofá…

    1. Calla calla, por lo menos no te ha pasado como a mí, que un día vino el niño gritando mamáaaaa hay una rata debajo del sofá! (que no era rata, sino pelusa gigante… no sé qué es peor).

  3. Dejad en paz ese microcosmos de debajo del sofá, pordiossss. Allí vive gente, sabéis? Gente como nosotros, con sus vidas, sus angustias y sus planes, y lo estáis cortando de raiz. Desalmados.

    1. Jajaja, esto es una cuestión de supervivencia, señora BdM: ellos o nosotros. ¿Mandarinas fosilizadas y quién sabe si no radioactivas, o tiernos y delicados seres humanos? Sin piedad.
      Loulou y Cía, lo de las pelusillas es algo innato al hogar, pero, y no quiero hurgar en la herida ajena, lo de dormir en el sofá, no!!!!

  4. Bajo los sofás hay civilizaciones. ¿A que no os cubristeis con un salakof? Así, no se puede.

    Por mi parte, el 1 de enero levanté un sillón orejero, no para descubrir sino para meter debajo una alfombre, y me aplasté la 1ª lumbar.

    Si la civización subsofaera quiere contactar conmigo, que me mande un mensajero y platicamos en la mesa del salón.

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