¿No os pasa que sentís la necesidad de hacer muchas cosas pero que a la vez ese mismo frenesí os puede llegar a arrastrar?
Con todo esto de la pandemia y los confinamientos he vivido en mis carnes como al frenar en seco allá por el confinamiento, mi cuerpo casi que dijo «gracias»… Pero ahora, tiempo indefinido y nubloso después, con virus, encierros y parones obligados sobre los hombres, me pregunto cómo encontrar el ritmo adecuado para que la salud mental no se caiga del columpio en el que se balancea.
¿Cuántos kilómetros de carrera necesito para no sufrir? ¿Por qué nos hacemos sufrir en el camino hacia las cosas que queremos hacer? ¿Por qué es la parte más complicada es empezar a mover los pies hacia algún sitio? ¿Y si en este tiempo me he salido de la carrera, como la cadena de su mecanismo en la rueda de una bici…?
No quiero sufrir en viernes.
No quiero sufrir corriendo…
Pónganos una canción, Mr. DJ