Hoy he ido a buscar un librillo para mi hija de estos de pegatinas que duran una tarde porque la dulce criatura lo destroza en cuanto lo pilla, y va el señor librero y, tras preguntarme por el sexo de la susodicha (sorprendida me he quedado he de decirlo ante la cuestión) me saca el volumen 1 de «Mi libro rosa con pegatinas«. Un compendio repelente (permítaseme la licencia, con todo el respeto para quien le guste) de hojas rosas, con mucha purpurina, mucha foto de niña real maquillada hasta las pestañas y con tacones, y mucha tontería. Vamos, que me he quedado mirando al señor librero, diciendo: «Y el delantal y la mopa, ¿vienen de regalo?».
Para contestarme, me ha sacado un librillo de camiones en todas sus variaciones, colores, tamaños, con dos ruedas, con grúa, elevables, de obra… Un catálogo semi-profesional que ¡ni los de Acciona en sus bases de datos!
Tras coger uno de dinosaurios, después de meter el hocico entre el montón de libros infantiles, viendo como se veía que el librero lo que se dice muy hábil no era, iba yo preguntándome, pero ¿esto qué es? ¿Por qué seguimos con el rosa y el camión como si no hubiera otra cosa en el mundo para los niños pequeños? Y con la ropa, tres cuartos de lo mismo…Hasta que me acorde de mis amigos de Noñoño y me dije, uff, menos mal, aún hay esperanza…
Érase una vez un par de seres humanos, Annika y Ata, ella y él, sueca y español a mucha honra, que viendo sus carreras profesionales, digámoslo así, un pelín perjudicadas por las crisis, eres, despidos y demás variables a las que nos enfrentamos cada día, decidieron en amor y compañía hacer algo que les gustaba y que, fíjate tú, encima se les daba muy bien: crear la ropa que a ellos les gustaba para sus hijos, y que no podían encontrar en nuestro mercado español (salvo honrosas excepciones, dominado por el rosa a discreción, los conejitos azules, el volante, el lazo, la puntillita y los calcetines de boliches de borjamari).
Así, manos a la obra se pusieron, y dieron entre los dos con una marca y un concepto muy original, e idóneo para todos aquellos a los que la ropa a base de florituras, lanas vírgenes y nidos de abejas y familiares alados nos repele: la marca Noñoño.
Han empezado poco a poco, a lo pequeñito y despacio que vienen curvas, pero con paso firme y con muy buenos diseños. Venden a través de su web con pedidos a domicilio y canastillas de regalo muy bien pensadas y apañadas para cuando no sabes muy bien qué comprarle a esa amiga primípara que repele los lazos como el agua a los gatos o para ese grupo de amigos/colegas del curro a los que no se les ocurre nada que mandarle al amigo/colega del equipo de fútbol por el nacimiento de su churumbel. Además también los puedes encontrar en tiendas como en Plazita Serrano del Mercado de Fuencarral, por ejemplo.
La idea, mola. La ropa que los bebés escogerían si pudieran. Nada de chorradas rosicas con purpurina ni nubecitas con angelitos, que las pobres criaturas ya tienen bastante con la cenefas que con tanto amor les colocan sus padres desde el primer mes de concepción.
La ropa, también. Está hecha con mimo, se nota. Y se palpa, que para algo es algodón portugués, que puede parecer una tontería para rellenar y me lo dirás, pero ah, que no, que no
lo es, y tras unos cuantos lavados, ya me lo dirás, mari.
En fin, que para inaugurar esta sección de «Vamos a publi», nada mejor que hacerlo con unos amigos que hacen ropa chula y a los que hay que seguir la pista porque piensan diseñar y producir también para niños a partir de los 2 años en adelante!
Los conozco.
Es de agradecer que cada vez más empresas fabriquen este tipo de ropa, que yo es escuchar la palabra «canastilla» y me da urticaria.
Jajajaja, pues sí, hay que ir cambiando el chip (quien quiera, claro, jjjj)
Yo también los conozco, y me encanta lo que hacen. Me parece una idea estupendísima y para mí, que soy la reina del colorín, es maravilloso.
Peeeeeeeeeeeeero. en mi caso es la ropa que YO escogería. Mi hija de 4 años es oír «rosa», «purpurina» y «brillante» y se vuelve literalmente loca. Me desespero. Te juro que no sé en qué momento le hicieron la lobotomía porque a mí, juraíto, el rosa y más el «rosa moñas» no me ha gustado nunca. El fucsia sí, pero eso es otra cosa 🙂 No la he llevado especialmente cursi ¡¡¡¡y ahora me sale con estas!!!! Y la pequeña, con menos de dos años, la muy bruja, tiene debilidad por Hello Kitty. Ha aprendido a decir ·»Titi» antes que su nombre y es ver una (puta) muñeca de esas y se lanza en plancha.
Y qué decir de la costumbre de vestir a los niños iguales, que me horroriza. Pues ahí tienes a las dos mías, que quieren ir iguales las dos. Jódete y baila. Y como creo en que los niños tienen que buscar su estilo personal, pues voy y les compro cosas iguales, porque es lo que quieren, aunque se me lleven los demonios…
Dios mío, dios mío, me has abandonado…Yo que tengo espíritu de tranchete (o trend-setter, que viene a ser lo mismo) y me salen unas hijas COMERCIALES. ¡Qué he hecho yo para merecer esto!!!!!
jejeje, me ha encantado lo del espíritu de tranchete… en fin, paciencia, qué voy a decirte, que esto solo puede llevarse con mucha paciencia y gafas de sol para los brilli-brillis y las purpurinas…
jejejeje
Igual que Walewska, toda la vida anti Snoopy, anti Kitty, anti rosa y mi niña, sin influencia de casa ni de su entorno, ni de la guarde que van todos de uniforme, es ver rosa, Kitty, el sujetador de un bikini, un lazo, que se vuelve loca y claro, no le voy a vestir de Iker Casillas.
Hablando con otros padres, pensamos que es algo genético porque los chicos es ver una camiseta con un coche o un bicho tipo Spiderman que ni saben quién es y ya se vuelven locos.
Al menos he decir que en el tema juguetes mis hijo juega a las muñecas con su hermana y ella a los coches con su hermano, ¡menos mal!