Estoy lanzada. No tengo freno, ni límite. Me he metido en el papel de nikonista como una posesa a hacer fotos a todo lo que me rodea con mi reto #nikon1clic.
Pero tengo un problema. O al menos un matiz sobre esto del mundo fotografía a tope y la Red…
Yo veo fotografías de los demás, en otros blogs cuquis, y me doy cuenta de lo dolorosamente evidente. Además de no tener un ojo privilegiado, no consigo encontrar en mi casa un rincón sin trastos, sin juguetes tirados o sin ropa sin planchar para fotografiar algo con glamour. No soy capaz de conseguir esas fotos con fondo blanco, sin nada alrededor y un simple calcetín como si fuera un objeto de museo. A mí me sale ¡un calcetín!
De hecho, hasta me he planteado empezar una tendencia hiperrealista en Pinterest o en Instagram con fotos de la vida real, porque francamente, me cuesta muchísimo ponerle un filtro de perfección a mi vida tan tremendamente imperfecta y accidental…
Entre eso, que tampoco me planteo fotografiar a la cajera del Ahorramás (mmm, ¿me lo planteo y hago una serie sobre Mordor?) y que no voy a subir las caras de los niños a la Red, mis fotos son la leche: cogotes, perfiles, espaldas o manos. Eso sí, ¡qué cogotes, perfiles, espaldas o manos! ¡Las más monitísimas de todo el internet!

