Es lunes y me ha costado un dolor despertarme.
Debe haberme cambiado un ritmo circadiano de esos porque mi cuerpo no está muy satisfecho con madrugar justo a esa hora.
Lo bueno es que tengo una canción en la cabeza desde ayer que, desde que he conseguido despegar las pestañas, ya ha empezado a golpearme fuerte entre ceja y ceja. La he puesto corriendo en el reproductor, bien alta, libre ya de criaturas y de gritos, y me he entregado por completo a la causa: ¡es lunes!
¡Vivan las canciones que te persiguen durante días! (todas menos las del cantajuegos, sorry)