De pérdidas y lo que queda después

Las pérdidas.

Parece que todo se confabula a mi alrededor para que el verano me recuerde sin cesar que la vida es corta.

Hoy hace 3 años que murió mi madre y al marcharse, y durante toda su vida, me dejó todo lo que era, y lo que quiso ser y no pudo. Sus deseos, anhelos y sus frustraciones. Todo lo que soy y no soy porque no quiero o porque no puedo. Sus virtudes y sus defectos, aunque yo aún no los quiera ver. Algunas de sus manías y de sus miedos.

Todos sus lunares y parte de sus juanetes.

Su sonrisa me la dejó, que la reconozco varias veces en el espejo, y su forma de la cara, que es la mía.

Sus canciones de Radio Olé cocinando a media mañana, sus Dos cruces en el Monte del Olvido, el Camino Verde, sus silencios tras la cortina cuando esperaba a mi padre al volver del trabajo, sus rutinas al acostarse cuando yo le preguntaba cosas intrascendentes y ella me hacía gestos con la cabeza con impaciencia mientras recitaba alguna oración aprendida en la niñez católica, apostólica y romana.

Su forma de peinarse, mirándose al espejo con deje profesional de peluquera del Cuéntame, sus dibujos de cabezas de mujer con peinados de Sissi Emperatriz que yo me empecinaba en repetir pero que nunca tuvieron su elegancia y destreza, su caligrafía perfecta de trazos dulces y redondeados adornando libros y cuadernos, y recetas de cocina, y teléfonos de gente a la que yo ya no conozco y nunca llamaré.

Y sus enfados, y sus alegrías que eran las mías, y sus manos calentándome en invierno, acurrucadas las dos en el sofá, y su querencia a lo bonito, y a las pelis sensibleras, y al llorar espontáneo, del que sale sin llamarle, como si siempre estuviera ahí, en el ojillo, esperando un silbido cualquiera para ir arrasando por las mejillas.

Y su resignación, y sus preocupaciones, y su «tanto por hacer», y sus «debería», y sus «si no hubiera…».

Algunas las tomo prestadas y otras no.  Algunas las tiene mi hermana y otras yo. Porque en mi hermana también se quedó ella. Y en ella encuentro sin buscar las palabras que mi madre hubiera dicho, sin pensar. Y nos reímos de lo mismo, sin hablar, y sin tan siquiera nombrarlo, porque simplemente sabemos qué hubiera contestado, con qué tono, con qué cara, con qué ojos nos hubiera mirado.

Después de mi madre quedan muchas cosas, tantas que no caben en un post, ni en un folio, ni en un libro, ni tan siquiera en una vida. Queda lo que hizo, sus sacrificios, su familia, su dedicación, sus elecciones. Pero también queda lo que no cumplió, esa vida que no eligió o que no se dejó elegir, esos viajes que no hizo, esas ciudades maravillosas que no conoció, esas personas a las que no cambió, todo lo que queda cuando alguien como ella se va.

24 comentarios en “De pérdidas y lo que queda después

  1. Qué bonito, amiga. Últimamente estoy más sensible de lo habitual (supongo que es lo que toca en esta etapa) y aquí me tienes con lágrimas en los ojos por tan emotivo homenaje.
    ¡Qué grandes son las madres!

  2. Está muy dicho aquello de que «nadie se va del todo mientras lo recordamos» aunque no por eso deja de ser cierto. Más aún cuando se trata de nuestras madres, siempre vivas dentro nuestro estén físicamente o no.
    Hoy estás dejando que sea ella quien hable a través de tus palabras y eso es muy sano para el alma. Gracias por compartir emociones y recuerdos tan queridos.

    Un abrazo.

  3. Querida Accidental:
    Me he puesto en la piel de tu madre y creo sinceramente que está extremadamente orgullosa de haber dejado su poso tan especial en sus hijas. Tengo tan asentado el concepto de la despedida de mi hija cuando ocurra, que ya sé cuánto tiene de nosotros y lo que el tiempo decida que nos queda para ahondar en nuestra particular herencia.
    Sentido homenaje de su bienquerida hija. Gracias por dejarme leer algo tan personal.
    Tuya,

  4. Tú me prestas un bonito post y yo te devuelvo un par de lágrimas como garbanzos. No sé si será un justo trueque.
    Si hoy te mirara de reojillo, se le caería la baba. Nilodudes.

  5. Cuando pierdes a alguien querido te das cuenta de cuanto has perdido, si aún teneis madre teneis suerte, conversar, entenderla y decirle que la quereis, no creo que haya nadie en nuestra vida que nos quiera y sufra como ellas y de eso te das cuenta cuando tu lo eres.

    Monica que bonito,

    Un besito

  6. Hoy que me había propuesto no llorar por mi ausencia, lloro por la tuya..que también es mía…y ya que estoy y sin quererlo le regalo alguna lágrima a mi vacío, que por más que lo intento nunca se llena…

    un beso y un abrazo muy grande que es todo lo que puedo darte..porque ambas sabemos que no hay palabras de consuelo, que no hay frases que callen el dolor del alma….

  7. Me gusta contestar siempre, uno a uno, y con cariño.
    Si lo hago en esta ocasión estaré llorando a poquitos toda la mañana, así que perdonadme todas.
    Muchas gracias por vuestras palabras que, si bien siempre me sorprenden, en este caso, si cabe, me llegan mucho más, tanto que, fiel heredera de mi progenitora, he llorado a gusto cada una de ellas.
    Un sentido abrazo para todas.

  8. Uuuuuuuffffff, vale, espera, q ya me he recompuesto… Yo soy extremadamente madrera, además d ser una llorica muy sensiblera (q me desahoga a mí mucho, oyeee!) y más ahora embarazada de 6 y medio ya y de una niña q espero q sea la mitad d ñoña q yo.

    Q bonito q puedas decir todo esto d tu madre y q la hayas disfrutado tantísimo….

    Un fuerte abrazo y besazo de esos de 3 muy sonoros seguidos.

  9. Entré esperándome echar unas risas y mira tú por donde me encuentro con esto. Mi madre me dejó plantada cuando yo tenía 23 años, un horror, parece que fue literalmente ayer y hace ya… mucho, mucho, más de 15 años. ¿Y sabes lo que más echo de menos? alguien que me quiera total y completamente, de forma incondicional, haga lo que haga y meta la pata hasta el cuello o no. Un padre hace lo que puede, pero no es lo mismo, llegar a tu madre y decirle «Acabo de incendiar la casa por quedarme dormida borracha con el porro encendido», por ejemplo, y que ella te abrace y te diga que no pasa nada, sin más.

  10. Es precioso, Mónica. Tienes mucho valor al escribir sobre ella. Yo no sé si me hubiera atrevido en tu lugar. Valoro cada palabra que has escrito porque sé que no la han escrito tus dedos, sino tu alma desnuda.
    Ánimo, amiga.
    Se ve que este verano viene con recuerdos de personas que no están. En mayo murió mi abuela, la mujer que me crió junto con mi madre. Estoy en su pueblo, y todo me recuerda a ella y a mi abuelo, y a que cada instante puede ser el último, y a que debemos valorar lo que tenemos en lo que vale porque nada es eterno.
    Un beso.

  11. Es duro recordar, pero tiene que ser más duro aún no tener el qué recordar, esas hijas q apenas han compartido momentos con sus madres.

    Pienso en mi madre y en mi pequeña locura el día q la pierda.

    Gracias por compartir estos sentimientos y recordarnos lo q ya sabemos y a veces olvidamos.

  12. Apenas puedo escribir..es lo primero que leo tuyo, he llegado aquí, casi por accidente y me encuentro éste precioso texto. Imagino que otros días tocará reir a carcajadas, hoy toca emocionarse mucho. Gracias por compartirlo.

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