Lo que sabemos hacer

Desde que estudiaba en el cole, siempre me pasa lo mismo. Cuantas más cosas tengo que hacer, más ideas locas se me ocurren. Y eso es bueno, pero estresa…

Hoy compartía esta noticia sobre cómo ven los expertos que va a evolucionar el empleo. Y bueno, el artículo tiene mucha chicha: creatividad, resolución de problemas complejos, pensamiento crítico… Oh wait, ¿pensamiento crítico? Y eso ¿dónde se enseña? ¿Estamos preparando a las nuevas generaciones para estas necesidades? Es más, y la pregunta es más sangrante aún, ¿tenemos nosotros mismos pensamiento crítico? No contestéis todos a la vez, que ya lo tengo claro… Y poco vamos a avanzar en esto si desaparece poco a poco la filosofía de nuestro sistema educativo, o no se fomenta ese ejercicio en toda la sociedad, en vez de invitar al borreguismo y el encerrarnos en nuestros «grupos de opinión-amigos» en las redes, que nos pasa, y lo sabemos.

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Fuente: http://www.elconfidencial.com/

Pero además de la escasez, ausencia casi, de sentido crítico en nuestra generación y previsiblemente en la que viene, este artículo me ha hecho reflexionar sobre algo que veo mucho a mí alrededor y en mí misma. ¿Qué sabemos hacer? ¿Para qué estamos capacitados?

Cuando elegimos carrera, allá por COU (que soy del EGB), lo hicimos pensando en qué nos gustaba hacer: a mí escribir, así que lo más aproximado era periodismo. Era de letras desde siempre, y como mis compañeros de ciencias, ya íbamos con nuestras etiquetas, nuestro compartimento de saber, desde bien pronto. Y qué estoy haciendo ahora? ¿Alguien en aquel momento podía imaginar qué tipo de trabajos íbamos a desempeñar quince años después? Porque yo el mío no me lo imaginaba ni hace tan solo 5!

Pero la realidad es que cuando empiezas a trabajar y sales al mercado laboral ves que las competencias que necesitas para muchos trabajos no se rigen a los compartimentos para los cuales te has preparado durante años. ¿Negociación? ¿Solucionar problemas complejos? WTF!!! Pero ¿eso dónde se enseña?

A lo que voy es que con los años y la experiencia he visto y comprobado que, en realidad, sabemos y estamos capacitados para hacer cosas muy distintas de las que teníamos en nuestro mapa mental como «destino». Que concebimos nuestro futuro laboral con unas imágenes en mente totalmente ficticias y que a la hora de la verdad nos aprietan como rígidos corses ante situaciones inesperadas y oportunidades impensables, cuando lo que necesitamos es mucha, mucha, mucha cintura para girarnos, movernos y adaptarnos a los nuevos retos.

Y esto nos paraliza. Cuando trabajamos durante tres, cuatro, diez años en lo mismo y damos por hecho que somos eso que hacemos día tras día, olvidamos nuestra capacidad de transformación y de adaptación a nuevas habilidades. Lo he visto en mí misma, ¿y yo para qué valgo en realidad?, en la gente que conozco, ¿qué haré si me echan de mi trabajo? ¿para qué soy bueno?

Si mañana dejo de hacer lo que hago ahora mismo (¿qué hago ahora mismo, por cierto?) en qué voy a buscar trabajo? Porque los empleos también están categorizados: jefe de ventas, creativo senior, director de marketing, pringao digo becario en departamento chachi… Pero ¿y si todo lo que yo sé hacer no se ajusta a lo que veo que piden? ¿Y si por el nombre hay algún trabajo que descarto pero que en realidad estoy capacitadísima para cumplir? A lo mejor soy la leche como contable, aunque jamás pediría un puesto como tal… ¿Divago? ¿Hay algún trabajo en el que se divague? Ah sí, asesor de alguna eléctrica, pero para eso tengo que pasar antes por el gobierno. Chungo.

Obviamente si no has estudiado tus tropocientos años de medicina no sabrás operar a corazón abierto. Pero lo que sí está claro es que tenemos que cambiar la idea de que valemos para algo concreto. Los oficios-estanco hoy en día no tienen cabida. La transformación digital, la velocidad con lo que todo cambia y lo mucho que está moviéndose el mundo a nuestro alrededor nos impone un cambio de chip. Ya no podemos ser de letras o de ciencias. Tenemos que estar despiertos y saber surfear como dicen para formarnos durante toda la vida y no dejar nunca de pensar, de cuestionarnos lo que sabemos y lo que no, lo que está a nuestro alcance y lo que estará mañana.

Estas cosas me pasan por tener mucho que hacer, que me pongo a pensar demasiado.

¡Un poco de ritmo para seguir!