Está la cosa muy chunga.
Eso es lo que debe haber pensado el pirado de Gadafi al ver su salón «ampliado» y con vistas a los tanques más cercanos.
Y aunque no quiero entrar en el «te lo estabas buscando, pirao lleno de botox y excéntrico de mierda», si me apetece recalcar que, independientemente de que se lo merezca o no, aquí la señora Comunidad Internacional ha hecho las veces del padre aquel que presume de hijos ejemplares delante de sus amigos mientras se echa sus partiditas de paddle, que les ríe las gracias mientras sus pequeños, «asalvajaos» perdidos, se encaraman sobre el peluquín del de la mesa de al lado en el restaurante de turno, o que se atreve a encararse con el profesor del colegio cuando éste le comenta lo «molesto» que es que su Miguelito vaya grapando el trasero de sus compañeros…
Pero es también aquel padre el que, en el único minuto en el que le dedica verdadera atención a su mocoso, le mete el hostión del siglo (magnitud 9,7 en la escala hostiómetro), en el que le empotra los dientes en el fregadero por haber metido los palillos en el enchufe del baño o haber abierto el grifo de la bañera para que la radio portátil del abuelo pudiera hacerse unos largos porque no le compraban el último juego de la PSP.
Vamos, resumiendo: tiranillo en potencia, padre ignorante e incompetente, medida desmedida e ineficaz.
Lo mejor de todo es que, según EEUU, «el vicealmirante William Gortney, […] insistió en que el objetivo de la coalición no es en ningún caso abatir al dictador«. Espectacular golpe de efecto, ¿no?. Vamos, que ha sido un hostión en toda regla, pero con cariño, con la mano vuelta para que duela menos…
Mira que me leo todo lo que pillo con la esperanza de comprender algo este galimatías que nos han metido en Oriente Medio. Lo intento, y lo intento. Pero al final lo único que tengo claro es que, de todos los que están saliendo como ratas al notar el humo, no hay ninguno bueno.
Pero desde luego sigo sin entender esta «metodología educativa» que se gastan los amigos aliados, esos que se denominan «los buenos». ¿No decían los expertos que una buena bofetada a tiempo no es un gran recurso pedagógico?